El Ganado: Cuatro toros de Torrehandilla y dos -quinto y sexto- de Torreherberos, desiguales de presentación, algunos, como el tercero, tapándose por la cara, y de comportamiento también variado. El primero tuvo casta; el segundo, manso y con peligro; noble y sin chispa, el tercero; deslucidos cuarto y quinto; y el sexto, el más noble, tuvo pocas fuerzas.

Paco Ureña: estocada (oreja); pinchazo, estocada trasera y descabello (silencio); y estocada (oreja en el que mató por Adame).

Joselito Adame: pinchazo, bajonazo y dos descabellos (silencio en el único que mató).

Juan del Alamo: estocada tendida y desprendida (oreja) y pinchazo y estocada (palmas).

La plaza: tuvo un cuarto de entrada.

El diestro Paco Ureña fue el máximo triunfador de la tarde de ayer en Logroño, segundo festejo de su feria de San Mateo, al cortar dos orejas, por una que paseó Juan del Alamo, en una tarde en la que el mexicano Joselito Adame resultó herido en el gemelo por su primer todo.

Ureña cortó una oreja de su primero sobre todo por la disposición, ya que la faena fue un tanto atropellada por equivocarse el torero en buscar las cercanías. No obstante, logró alguna tanda ligada por el derecho, lado por donde el astado colocaba mejor la cara, en los primeros compases de labor finiquitada entre los pitones. Cortó una oreja.

El cuarto fue un jabonero que llevó una lidia muy desordenada, y que desembocó en embestidas descompuesta e impredecibles en la muleta, donde había que someterlo, algo que hizo muy bien por el pitón derecho, por donde trasteó con soltura, aunque acabaría echándolo todo a perder por su fallo a espadas.

En el sexto volvió a verse a un Ureña muy en profesional, iniciando la faena de muleta a pies juntos ante un toro muy noble que se desplazaba humillado pero desmereciendo las series por la tendencia a perder las manos al final de cada viaje.

El murciano lo entendió muy bien para lograr pases muy templados sobre ambas manos a base de firmeza y de mucho tesón. Al final de su quehacer surgió una gran serie, la mejor de su actuación, por lo despacio y cadencioso que interpretó el toreo. Bernadinas finales, estocada a la primera, y segunda oreja para él.

Del Alamo brilló manejando el capote a la verónica a su primero, cuya faena de muleta brindó al público antes de recetar una primera serie de cinco.

El salmantino anduvo con inteligencia, oficio y torería durante toda la faena, sabiendo lo que había que hacer ante un toro que transmitió más bien poco, y al que aguantó miradas y parones, que resolvió gracias a su muñeca poderosa y buen hacer. Logró una merecida oreja.

El sexto fue un toro sin clase y con el que Del Alamo hizo un gran esfuerzo, aunque al final lo único que pudo sacar en claro fueron unos pases sueltos ante un animal que no cesaba de pegar cabezazos y de embestir descompuesto y sin continuidad.

La peor parte de la tarde se la llevó el mexicano Joselito Adame, que resultó herido por su primero, toro manso y con peligro, que en un brusco arreón lo lanzó por los aires, haciéndole presa después en el suelo. El azteca aguantó en el ruedo hasta darle muerte, para pasar por su propio a la enfermería, de donde no volvió a salir más.