Los finales de temporada suelen ser un magnífico termómetro para, en unos casos, baremar y hacer un resumen de lo que ha sido el año taurino y, en otros, calibrar lo que puede ser el próximo curso. Dicho que ayer en Montoro volvía a corroborarse con dos matadores situados en los puestos de privilegio del escalafón, que demostraron por qué cuentan con tal cantidad de actuaciones y trofeos en plazas de tercera categoría, y un novillero que dio un serio aviso y que no se amilanó ante una cita de gran responsabilidad.

Y es que ayer Javier Moreno, pese a la exigua cantidad de tardes en las que este año ha vestido el traje de luces, dio sobradas muestras de que está capacitado y, lo más importante, tiene ganas de ser algo en esto del toro. Una gran soltura, pisar terrenos inverosómiles, y su «estar en novillero» como se diría en el argot, son argumentos de peso para este Lagartijo que, en una prueba más de esas ganas por triunfar a toda costa, actuó en su segundo novillo mermado físicamente después de sufrir una distensión muscular en uno de los revolcones que le propinó su primer antagonista.

Ya se encontraba la tarde marcada por los tintes triunfalistas de un palco excesivamente generoso, visto lo visto, en la concesión de trofeos, cuando saltó al ruedo el primer novillo del lote de Javier Moreno, sin lugar a dudas el de más brío y fuelle de un desigual y huérfano de casta encierro de Jaralta. Con varias verónicas de rodillas lo recibía Lagartijo, para seguir en los medios con gaoneras y una larga de rodillas que completaron un vibrante saludo capotero que sería un anticipo de su actuación con la muleta, después de un quite, también con mucho gusto.

Tras un trasteo y varias tandas con la diestra en las que intentó amoldar la inicial brusquedad de la embestida del novillo, consiguió Javier, a base de quietud y mando, estructurar una faena por ambos pitones con tandas ciertamente estimables en las que no faltaron los circulares, rodillazos y desplantes, no estando exenta su actuación de ciertas precipitaciones y dar más tiempo a un novillo con cierto picante que puso a prueba a Lagartijo en todo momento.

Unas ajustadísimas bernardinas, de las que salió prendido levantándose como una exalación del albero, y un posterior desplante, fueron el anticipo a una media y efectiva estocada, que pusieron en sus manos dos orejas ganadas a pulso.

Tras ser atendido en la enfermería de una distensión muscular, el novillero cordobés, pese a su visible cojera, volvía para enfrentarse al segundo de su lote, ante el que nada pudo hacer con el capote. Con la franela y haciendo gala nuevamente de una gran quietud, Lagartijo volvía a dejar estimables pasajes toreando con la derecha, regalando al respetable adornos cuajados de torería y un saber estar impropio de la antes comentada falta de festejos.

Los estatuarios con los que completó su actuación y la estocada recibiendo fueron el broche para una tarde en la que Javier Moreno daba un golpe en la mesa, posicionándose como uno de los nombres a tener en cuenta de cara a la próxima temporada.

Y del futuro al presente, personificado ayer en Montoro por Juan José Padilla y David Fandila, dos de los matarodres que este año más veces han vestido el «chispeante» y que saben, como pocos, sacar de donde no hay para tocar pelo. Si a ello unimos la excesiva generosidad de un palco que en varias ocasiones regaló literalmente los trofeos, miel sobre hojuelas, y una nueva salida a hombros que anotar en su ya extenso currículum.

De no haber sido así, Padilla se hubiera quedado con la ya generosa oreja del soso ejemplar de Jaralta que abría la tarde, al que en una faena breve, el jerezano, abusando del pico y los adornos, pasaportó con una estocada precedida de un feo metisaca.

En su segundo, muy reservón y que ofreció no pocos problemas en el tercio de banderillas, más de los mismo, en este caso con mayor cantidad de molinetes, desplantes y abaniqueos.

Por su parte El Fandi, repitiendo el guión de lo que ha sido su temporada y prácticamente su carrera, derrochó entrega y facultades con el capote y las banderillas, bajando muchos enteros su actuación con la muleta, en la que, como gotas de agua en la inmensidad del desierto, sobresalieron varias tandas con la izquierda al primero de su lote y los adornos con los que sazonó su actuación frente al quinto.

FICHA:

Ganado: cuatro toros y dos novillos de Jaralta, desiguales de presentación, justos de fuerza y faltos de casta, a excepción del novillo lidiado en tercer lugar, con mucho brío en la embestida, que fue aplaudido en el arrastre.

Juan José Padilla: metisaca y estocada caída (oreja); estocada y cuatro descabellos (oreja).

David Fandila ‘El Fandi’: estocada casi entera (dos orejas); pinchazo, estocada y un descabello (oreja).

Javier Moreno ‘Lagartijo’: media estocada (dos orejas); estocada recibiendo (dos orejas).

Plaza: Montoro. Tres cuartos de entrada en tarde de temperatura agradable. Javier Moreno fue atendido en la enfermería de la plaza de una distensión muscular.