A diferencia de otros telescopios espaciales, armados con potentes telescopios dedicados a observar estrellas y galaxias lejanas, lo que hace Gaia fundamentalmente es «medir la distancia a la que se encuentran y su movimiento», destacan Cesca Figueras y Claus Fabricius, investigadores del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universitat de Barcelona.

De hecho, antes de Gaia ya se conocía la ubicación de prácticamente todos los puntos de luz ahora observados, pero no esos dos parámetros, vitales para profundizar en el conocimiento de la Vía Láctea «y por extensión para conocer la evolución de todo el Universo», añaden. El método para poder conocer la situación de un objeto en 3D se conoce como paralaje de la distancia angular y se obtiene observando un mismo objeto en diferentes momentos, aprovechando que nuestro sistema solar también se mueve. «Gaia no hace fotos como el Hubble, sino que determina si una estrella está pasando por un determinado sitio», insiste Figueras. «Estos cambios de posición son tan pequeños que no se pueden observar desde la Tierra», prosigue Fabricius. Esta precisión de Gaia permitiría distinguir la pupila de un hombre que se encontrara en la Luna. «Hay otros catálogos de galaxias, pero no con tantos objetos ni con la precisión del movimiento paraláctico». H