Algunos tienen una tendencia inexorable a hacer el ridículo. Un día ven al Mesías al mirarse al espejo y ya tó p’alante. O sea, que de pronto se creen alguien, y acaban en América. Le pasó a Zapatero cuando se le fue la olla y se quedó sentado al paso de los Marines en la Castellana, luego pretendió hacerse amigo de Bush pero solo recibió aquel famoso saludo tejano desde lejos, “hey, amigou, cómou estásss?”, y fuese y no hubo nada. Como venganza de que en las reuniones internacionales a Zapatero lo dejaban solo sentando en la mesa antes de las reuniones mientras los demás se divertían contándose cosas en inglés, francés, alemán o japonés, Zapatero, un ignaro de los idiomas y de casi todo, alimentaba en esos ratos de autoexclusión, su venganza: pensaba retirarse a contar nubes hasta que lo llamaran de Venezuela para arreglar el asunto y, de paso, reírse de él, como se rieron antes los Obama y todo el pueblo norteamericano cuando llevó a las niñas a la Casa Blanca vestidas de góticas y tuvo que rezar en no sé cuántas acciones de gracias y celebraciones religiosas tragando quina, quina norteamericana, que sabe a hamburguesa con cola. Caperucito en Nueva York, lo motejaron aquí con crueldad infantil. Pues lo mismo le está ocurriendo o le va a ocurrir a Pedro Sánchez, que ha descubierto las Américas como cuando el primer PSOE dijo haber descubierto la Guardia Civil, y la descubrió tanto que hasta un ministro encontró el escondite de la caja de los huérfanos del benemérito Cuerpo, y se la quedó. Ahora Sánchez anda a descubrir los Estados Unidos de América, pero hace tiempo que a aquello le pusieron el © y el ® la banca judía, Texaco, Monsanto y el imperio Trump. Yerra el tiro Caperucito II. Le hubiera sido más fácil tirar el carnet del PSOE y pedir el de Podemos, y así todos en casa. Pues no, hay gente que se empeña en vender el puente de Brooklyn, que no es suyo, al primero que quiere pasar sobre el proceloso East River. Se ha ido Sánchez a Washington a seguir la campaña norteamericana en vez de en casa desde la Sexta, y se ha reunido con Lagarde del FMI y gentes de Hillary, que, cuando se fue, dijeron “¿y quién era este?”.

* Profesor