El día 22 de junio fue el día en que se pudo romper la relación de la Eurozona con el gobierno de Grecia. Sin ruptura de relaciones diplomáticas, sin guerra, ese lunes de junio Grecia hubiera entrado en suspensión de pagos si el Banco Central Europeo no hubiera seguido inyectando liquidez a los bancos griegos, lo que hubiera sido gravoso para aquel país, incluso infame. Grecia siguió desde ese día 22 hasta el sábado 27 de junio sumida en incertidumbres políticas y económicas. Los griegos sienten estar en un estado de indefensión, el populista se había adentrado en un territorio desconocido para poder cumplir sus promesas y actuar con eficacia. Muy pocos exhiben ese patriotismo helénico si bien algunos se hacen eco de los arraigados sentimientos de persecución por parte, supuestamente, de Angela Merkel y de Lagarde, mostrando su orgullo nacional herido y ansias de dignidad ante la Unión Europea.

La misión socializante del partido ganador de las últimas elecciones en Grecia se puso al servicio del neocomunismo. El presidente del Gobierno griego ha sido el responsable de iniciar una confrontación evitable que ha llevado a la economía griega a la recesión y al bloqueo de capitales. Ha adoptado un aire de superioridad moral acusando de extorsión y de sus desgracias al BCE y al FMI. Desde que tomó posesión del gobierno ha jugado a no mostrar debilidad ante las instituciones prestamistas en sus idas y venidas a Bruselas. Ha defendido su plan de expansión del gasto en todo momento, lugar y ocasión hasta ver los dientes del lobo.

El populismo griego ha convencido a la sociedad helénica de ser víctimas de las circunstancias y no el causante de su degradación. Pretende descartar la austeridad y el necesario ahorro para poder devolver los créditos y se ha lanzado al enfrentamiento con los prestamistas institucionales. Las exigencias externas de austeridad han sido razones para verse empujados al enfrentamiento. La Unión Europea ha preferido mantener el estatus quo con Grecia a un precio muy elevado para los europeos y los griegos han creído encontrar en el populismo la solución a sus problemas económicos y sociales, que se han ido hinchando con el ultranacionalismo. Durante meses han escenificado la contraposición a la Unión y han simulado tratar de evitarla. El populismo griego se presenta como la gran apuesta nacional para sortear la crisis. El enfrentamiento con Bruselas se alimenta a sí mismo en las idas y venidas del presidente y de su ministro de economía. Sabían que las probabilidades de éxito eran mínimas pero, si triunfaban, obtendrían una dulce victoria. En realidad, día a día, crecía la desesperación en tanto ellos mostraban la extraña euforia del jugador imprudente que esperaba que se prorrogara el plazo que finalizaba el 30 de junio para recibir una nueva inyección de préstamos.

Ambos personajes no debieron librar esta batalla teniendo tan escasas probabilidades de éxito. Su trayectoria ha sido paranoica pues no llegaron a entender las reglas de juego en el seno de la Eurozona, mortificados por recelos y sentimientos de inferioridad. Tsipras, sonriente hasta el día 27 pasado de junio, quiere notificar al mundo que el está en el lado correcto sin saber todavía qué lado era ese, dividido entre promesas, creencias y obligaciones del deudor. Había diseñado hasta su farol del referéndum una política de sonrisas indecisas. Se tomó demasiado tiempo en negociar con las instituciones acreedoras cuando se imponía la rapidez. Su ministro de economía actuaba impulsiva y doctrinalmente cuando resultaba esencial la precaución ante el Ecofin. Como un don Quijote megalómano aparece el ministro de economía griego erguido ante los ojos asombrados de sus compañeros de Consejo, olvidado de que la diplomacia es poder.

Han jugado de farol y ante ¿la extorsión de los acreedores? han diseñado un posible refrendo negativo a las generosas propuestas de los prestamistas. Es una manera de romper la baraja y un modo de reafirmar su alocado liderazgo. La falta de sentido de ridículo de Tripas es extraordinaria. Su egocentrismo le hace inconsciente de los sentimientos de la mayoría de los griegos, a los que ha dividido, y de las gentes de Europa.

* Catedrático Emérito de la

Universidad de Córdoba