Para mí la palabra orgullo tenía más sombras que luces y por eso la construcción lingüística «Orgullo Gay» no me cuadraba. Pero no debí opinar sin datos esenciales que conducen, al menos aquí, a que la palabra orgullo es pura heroicidad. Los llamados «mariquitas» de hoy gracias al avance de la democracia tienen felicidad, aunque solo sea por poder manifestarse. Pero, ¡ay Dios mío!, antes han sufrido lo que no hay en los escritos; un cliente me trae al despacho un asunto de otra índole, pero al ser una persona tan agradable y educada, alargamos la conversación hasta estar tan cómodos que hablamos de nosotros mismos. Lo que me cuenta es terrible. Su padre fue su ángel de la guarda, pero murió pronto y sus últimas palabras fueron: sé cómo tú eres. De su madre, la cobarde, mejor no hablar. Tiene imágenes vagas y ciertas de su padrastro abusando de él. Posteriormente, el marido de su hermana mayor le sometió en su primera adolescencia a un continuo acoso hasta consumar violaciones acompañadas no solo de asco y dolor sino de terror. Tanto que se escondía en el armario, mobiliario este que, si en los cuentos es salida de monstruos ficticios, a él lo salvó varias veces de un ogro real que quedo impune debido a una complicidad familiar sustentada en la infravaloración social con la que se etiquetaba a estas criaturas. La mili fue un infierno. Un superior lo violó y ante su protesta fue arrestado por provocación mientras el otro paseaba sus botas como un macho alfa. Cierta vez, lo ataron de espaldas a la cama y jugaban a caerse sobre trasero hasta provocarle serias lesiones que los altos mandos camuflaron bajo «contratiempos de maniobras». Y así sucesivamente... Con la veracidad que te traslada el que habla de un tema del que viene de vuelta, me informa que, si bien él es homosexual, los maricones son los que lo violaron de noche mientras presumían de hombría heterosexual a la luz del día. Ser homosexual no es solo una tendencia sexual. Considerarlo así, aparte de frívolo muestra la punta del iceberg. Ser homosexual es una condición espiritual, muy rica, por cierto. Qué triste resulta que toda esta grandeza de alma, toda esta sabiduría, se haya intentado anular a lo largo de la historia (afortunadamente sin éxito). Pero hoy mi amigo es feliz y no porque le haya tocado la lotería o porque tenga una pareja que lo quiere. Es porque ya no tiene miedo a ser como es. Entonces le hice la pregunta del millón: ¿si nacieras de nuevo y pudieras elegir? Volvería a ser el mismo, Marcos. Y no tanto por volver a ser homosexual, no tanto en honor a mi padre, sino por el orgullo que significa haber sufrido tanto y haberlo superado todo.

* Abogado