La suma de las confluencias de Podemos e IU ha perdido más un millón de votos en seis meses. Como posibles causas del descenso se apuntan la campaña del miedo, los vaivenes en el discurso político, el error de la alianza con IU, el aumento de la abstención... ¿Es posible sumar un abandono del voto femenino a todas estas razones? ¿Y si fueron las mujeres? La conjetura es arriesgada, pero una serie de actitudes de Podemos, personificadas en Pablo Iglesias, se han mostrado en clara contradicción con los postulados feministas de la formación morada. Su estrategia de asalto al gobierno ha sido diseñada bajo una mirada esencialmente machista: el poder es una competición y solo se alcanza la victoria con la derrota del contrincante.

Se rechazó el pacto que ofrecían PSOE y Ciudadanos sin ni siquiera considerarlo. No se trató de mejorarlo a favor del bien común. Se despreció el diálogo. Tampoco se contempló la abstención, como si cuatro años de ejercer la oposición fuera demasiado para tanta testosterona. Y, además, estaba la obsesión por el sorpasso. ¿Por qué Podemos insistía en ganar primero al PSOE y después tenderle la mano que antes les había negado? La respuesta es evidente: solo habría alianza desde una posición de fuerza. Tendían la mano, sí, pero solo al débil. Al fin, se contemplaron las elecciones como una gran apuesta, como un desafío, como un duelo bajo el sol... como el vivo reflejo de una sociedad machista.

* Periodista y escritora