"Vendrán más años malos/ y nos harán más ciegos", advertía allá por los noventa el muy lúcido Sánchez Ferlosio, antes de que llegará todo lo vivido y sufrido en la resaca de los tan dorados como falsos años, en los que todos queríamos ser ricos como el pequeño Nicolás. Y vinieron lo años malos y, como anunció el poeta, nos han hecho más ciegos, más insensibles y más cobardes. Ahí está, para nuestro bochorno, el vil comportamiento de nuestra sociedad ante la llegada del ébola, tanto individual como colectivamente, el virus ha descubierto cómo somos y cómo actuamos con el prójimo cuando es pobre y viene enfermo. La muerte del nigeriano en el aeropuerto de Barajas, solo y abandonado como si fuera invisible, un intocable por temor a que tuviera el ébola --que no lo tenía-- refleja hasta qué punto el miedo y la cobardía nos han vuelto más malos y ciegos. La actitud de los padres de alumnos que no querían admitir en el colegio de Alcorcón a los hijos del enfermero que cuidaba a Teresa demuestra hasta qué punto nos hemos vuelto cobardes por ignorantes. Y es que la estupidez aliada con el miedo y la ignorancia con el egoísmo hacen crecer los monstruos de la sinrazón. Décadas llevan muchos sanitarios trabajando en los territorios del ébola, del sida y la malaria curando y salvando vidas, y no les ha pasado nada, es más, alguno que conozco está deseando volver allí, al Congo la semana que viene, harto de vivir en esta sociedad atontolinada por la tristeza y los mimos. Una sociedad donde los sentimientos solo florecen en los platós de televisión, madera para el espectáculo, porque a la debida distancia nuestra vida es de pena.

* Periodista