La terrible crisis por la que pasa nuestra ciudad hace que la política local no tenga últimamente mucho suspense. Quizás por eso estemos contemplando una especie de comedia de enredo sobre, eso sí, un tema trágico: el inacabable palacio de congresos (o recinto/centro de convenciones y exposiciones). En esa película, de trama difícil y final fácil, la Filmoteca de Andalucía está haciendo el papel de extra al que todos le dicen que se quite de en medio. Seguro que cualquiera de los actores tiene buena voluntad, pero el resultado final a muchos nos preocupa. Según la prensa, representantes empresariales consideran que la propuesta del palacio de congresos en la calle Torrijos es interesantísima, mientras que la Junta de Andalucía ha expresado que sería una buena solución transitoria aunque, eso sí, sin tocar la Filmoteca. Resulta difícil visualizarlo, y además no hay nada más definitivo que lo provisional. De todas formas, desde la Alcaldía se piensa que si hay oportunidades es añadiendo la Filmoteca. Más representantes empresariales, esta vez otros, han declarado incluso que quién ha ido alguna vez a la Filmoteca, y que se debería crear una opinión pública favorable para desplazarla a no se sabe dónde. Puestos a hacer lobby, podría intentarse defender que no sólo los empresarios turísticos tienen intereses, sino que también hay intereses y necesidades culturales o educativas, necesidades que todos tenemos (nuestros hijos incluidos). Pero hay demasiado ruido para eso, así que sólo quiero poner encima de la mesa algunos hechos.

El tema de un nuevo palacio de congresos lleva coleando desde el 2000, pero la Filmoteca de Andalucía lleva mucho más tiempo en nuestra ciudad, concretamente veintitrés años. Además, en Córdoba está la sede central de esta institución, y no nos quedan ya muchas más sedes de nada, por cierto. Actualmente la Filmoteca tiene en ese edificio al que, según algunos, nunca va nadie, unos 28.000 espectadores anuales, y unos 50.000 sumando las cuatro salas que tiene en Andalucía. La Filmoteca no es ningún obstáculo, es una extraordinaria oportunidad, precisamente para ese sector de actividad económica que el nuevo palacio de congresos quiere fomentar. Autoridades de distinto color político han acertado al menos en fomentar las actividades relacionadas con el cine (Animacor, Festival de Música de Cine, o Festival de Cine Africano). Esta trayectoria, junto con la presencia en Córdoba de la sede de la Filmoteca, es un activo estratégico con vistas a las llamadas "industrias creativas", un sector donde Córdoba puede ser fuerte. El Programa Europa Creativa de la Unión Europea invertirá 1.800 millones de euros entre 2014 y 2020 para el fomento de las artes o el turismo cultural. Me da la impresión de que el turismo de tapa y velador está empezando a saturarse en la Judería, de forma que habrá que cuidar aún más nuestra oferta cultural. Teniendo en cuenta que a los españoles les encanta el cine (somos el quinto mercado mundial en número de espectadores), las ofertas relacionadas con la cinematografía son una verdadera oportunidad, y más si el espectador no tiene que pagar un 21% de IVA. Por otro lado, a diferencia de otros activos que sólo son proyectos en las portadas de los periódicos, la Filmoteca es desde hace mucho una realidad sólida: desde el Ayuntamiento a la Universidad de Córdoba, pasando por Médicos sin Fronteras, o la Unidad de Trasplantes del Hospital Reina Sofía, muchas instituciones locales co-organizan actividades allí, más de 4.000 alumnos de secundaria han participado en su programa educativo, y muchos turistas han visto que Cosmopoética o el Festival de la Guitarra también se celebran en la Filmoteca. Por lo tanto, se trata de un activo tangible con el que no se debe jugar. Por supuesto que podría tener una sede mejor, pero una sede digna no se improvisa, y menos en tiempos de crisis. En todo caso, la Filmoteca no es un extra, debe ser protagonista.

* Presidente de la Asociación de

Amigos de la Filmoteca de Andalucía