En último término la política es una manera de resolver nuestra vida, un empeño de unos pocos por conseguir el bien común; en definitiva, si el hombre busca la felicidad la política se ocuparía de que esa persona se desarrollase en un ambiente en el que fuera posible encontrarla. Quizá por eso ahora Pedro Sánchez a la preocupación de un rostro con la interrogación del futuro el momento le ha añadido una especie de sonrisa trascendente con la que quiere subrayar la historia que ha empezado a vivir. También puede ocurrir que la política pase de la teoría a la práctica y que en vez de buscar un fin que garantice el bien común en la sociedad le dé por corromperse y por acumular poder en perjuicio del colectivo. Al cabo de 40 años de ausencia de dictadura y de habernos entrenado en la democracia a España le están naciendo unos ciudadanos que para nada vivieron la Transición, tiempo que muchos de ellos casi desprecian y al que volvemos reiteradamente si queremos dejar escrita parte de nuestra historia. Un tiempo que nos conduce a la matanza de Atocha del 24 de enero de 1977, al golpe de Estado del 1981 de Tejero, que nos invita a recordar los 50 años del Instituto Séneca, la vida de José Luis y su guitarra, que se murió el martes, el nacimiento de La Voz de Córdoba o los 40 años de El País en el comienzo de la democracia o la historia de 75 años, algunos de ellos en un tiempo convulso, de este periódico que estamos leyendo que Soterraño Valle Palma, la abuela de Aguilar de la Frontera que el 2 de febrero cumplió 105 años, conoció cuando tenía 31 años.

Hace unas semanas, cuando la alcaldesa Isabel Ambrosio dio su conferencia en el Círculo de la Amistad, escogí asiento al final del espacio previsto para la audiencia con el fin de observar quién acudía al evento. Al ver moverse a los asistentes no pude evitar recordar los primeros tiempos de aquella política comprometida tras la muerte de Franco muchos de cuyos componentes aprendieron enseguida a pagar convidás de cinco estrellas con dinero público y a moverse por restaurantes de tarjeta dorada. No era la corrupción de llevarse el dinero para casa pero ya se iba aprendiendo a quitarle valor al que no era propio. En este momento en que Pedro Sánchez anda detrás, en su concepción política, del poder para conseguir un fin trascendente --el gobierno de España--, Manuel Pérez Alcázar, el hijo de nuestra compañera Carmina Alcázar, ha presentado su libro Delfines y tiburones. La lucha por el poder en el PSOE , en cuya portada aparecen Susana Díaz y Pedro Sánchez. Ojalá que deshonestidad y corrupción sean conceptos enterrados en la nueva política, aunque la lucha por el poder dé mucho juego.