Gracias a la Asociación Puerta de los Califas y la Fundación Cajasol, lideradas por dos jóvenes tan talentosas como Laura Ruiz y Gloria Ruiz respectivamente, además de la colaboración de la Diputación y la Delegación de Cultura del Ayuntamiento, nuestra ciudad se ha convertido durante la celebración de la semana Tauromaquia en Córdoba en el centro mundial de la reflexión y el debate sobre taurología: sobre la práctica y el concepto de las corridas de toros; sobre ecología, turismo, cultura y derecho en relación a la tauromaquia. En mitad de una tormenta de ataques legislativos y censuras inquisitoriales, el orbe taurino ha mostrado su mejor versión, encastado en una tradición de la que se siente orgulloso y reinventándose en el día a día gracias a una nueva generación de pensadores y escritores que están puliendo las bases teóricas de la renovación de este arte, a medio camino entre la performance efímera y el body art , que se está llevando a cabo en las plazas de todo el mundo, de Francia a México, de Portugal a Perú, pasando, claro, por España.

Si hace poco se presentaba el Boletín de Loterías y Toros --la revista editada en Córdoba y dirigida por Fernando González Viñas, Agustín Jurado e Ignacio Collado con el patrocinio privado del grupo de restauración Cabezas Romero--, un paradigma estético de lo que debe ser una revista cultural, durante la Semana Taurina presentó Ginés Torres, joven profesor de Literatura en Granada, el segundo número de El Monosabio , la revista que edita la Asociación Orson Welles, dedicado precisamente a la "Tauropolítica" o la discusión actual acerca de la legitimidad del toreo como actividad pública. Por ejemplo, el artículo sobre Enrique Tierno Galván, el gran referente intelectual del socialismo español contemporáneo, el cual defendía, siguiendo a Ortega y Gasset, que la tauromaquia es la gran escuela de educación para la ciudadanía en este país. En ese mismo sentido, Juan Antonio Carrillo y Víctor J. Vázquez, profesores de Derecho de la Universidad de Sevilla, elaboraron una lúcida perspectiva jurídica de defensa de la Fiesta, vinculada tanto a la labor creativa del torero como artista, así como al derecho fundamental del espectador a una integridad cultural basada en una tradición que define una identidad moral.

Junto al maestro Vázquez precisamente tuve la oportunidad de participar en una mesa de debate sobre la Etica y Estética de la corrida de toros . Todavía los aficionados andan emocionados con la gran faena de Morante de la Puebla en Sevilla, "tengo el reloj parado desde la media verónica que trazó el maestro" me confesó Ginés Torres, así como admirados de la bravura y la nobleza de Cobradiezmos , que le valió un indulto. Así que fue fácil desgranar, ayudado por un público tan conocedor del ritual como gratamente espontáneo, lo que filósofos como Fernando Savater y Francis Wolff han calificado de "Tauroética" y poetas como Carlos Marzal y Vicente Gallego siguen usando --continuando una tradición que se remonta a Góngora y Goya, Lorca y Picasso-- para realizar sus obras de arte a partir de la plástica taurina.

Preguntaba el público qué hacer cuando los aficionados se ven insultados a la entrada de las plazas, por aquellos que les llaman "Asesinos" o vociferan "No es cultura, es tortura". Por supuesto, no caer en una provocación que surge del integrismo moralista, en el peor de los casos, y/o del analfabetismo funcional, en el mejor. Luis Buñuel se llenó los bolsillos de piedras el día del estreno de Un perro andaluz para responder a las invectivas que se imaginaba desencadenaría su subversiva película. Las corridas de toros son también provocadoras y subversivas en el mejor sentido de la expresión: dan que pensar y, como el boxeo o la música dodocafónica, epatan a los que en lugar de abonarse al tendido siete lo hacen al convencionalismo ético y la mediocridad estética. Los intolerantes de ayer (los nazis, que prohibían el arte de vanguardia llamándolo "degenerado", o los estalinistas, que amenazaban a los músicos y escritores que no se doblegaban a los dogmas del "realismo socialista") se disfrazan hoy de ecologistas fanatizados y animalistas unidimensionales para ocultar su incapacidad de respetar al Otro, así como de comprender un arte profundo y complejo, críptico y, pesar de ello, auténticamente popular. Pero en lugar de piedras buñuelianas, los aficionados deberían ir a la plaza cargados de revistas como Boletín de Loterías y Toros o El Monosabio para responder a cada insulto con un ejemplar. Cabe la posibilidad de que alguno de los intransigentes sepa leer.

* Profesor de Filosofía