Cierto que tras cinco jornadas el Córdoba ha jugado contra el primero (Valencia), el tercero (Sevilla), el quinto (Real Madrid) y el sexto clasificado (Celta). En cuanto a números no se le puede pedir mucho más a un equipo recién ascendido. Su bagaje --dos puntos-- no es bueno, pero tampoco es nefasto. Lo único preocupante es la involución que se percibe en los blanquiverdes.

Hay muchas maneras de perder. Una es como se hizo en el Santiago Bernabéu. El Córdoba parecía un equipo. Otra muy diferente es lo que hizo ayer o ante el Sevilla. En vez de dar pasos hacia adelante, los ha dado hacia atrás. En Mestalla se vio la peor versión del Córdoba y arroja una inquietud. ¿Por qué el Valencia estaba más motivado que el Córdoba? ¿Los de Ferrer son Cartabia y diez más?

Lo más grave fue la falta de confianza de la mayoría de futbolistas. Ayer el Córdoba nunca se lo creyó. Parecía que le molestaba el partido, que era un mero trámite. La alineación no era nada alentadora. De los once futbolistas, seis jugaban el año pasado en Segunda --no hay que olvidar que el Córdoba quedó séptimo--, tres en el extranjero y solo uno compitió en Primera. Y a eso se parecieron los blanquiverdes, a un equipo de Segunda, sin ni siquiera convencimiento para superar al de Primera, como si se diera por vencido antes de empezar.

No hay por qué alarmarse, ni mucho menos. Nadie baja en septiembre y hay jugadores de calidad, no lo dudo, pero es necesario que Ferrer encuentre cuanto antes un bloque, que fue lo que le llevó el año pasado a ascender. Ahora está lejos. Uno no sabe muy bien a qué juega este Córdoba. Tampoco cuánto tiempo necesita su referencia, Ghilas, para ponerse en forma.

No me preocupa la clasificación, sino el retroceso que ha sufrido el equipo. Tiene que volver al inicio y empezar a crecer. Desde luego, más atrás ya no puede ir.