La película de la Champions se repitió anoche con un guión distinto pero con un final parecido. El Barça salvó los puntos en la campana, cuando el pleno al 15 estaba a punto de saltar por los aires y las cuentas de la lechera de acostarse a 11 puntos del Madrid también. Tuvo que aparecer incluso Valdés para salvar el 0-1, cuando los culés ya tenían muy mal cuerpo, para hacer cumplir el guión que todo el mundo daba por hecho. Todos, menos el Granada, un valiente que cayó de pie y a última hora, en el 86,cuando Xavi encontró el rincón más difícil de todos, y le mató por la escuadra. El gol en propia puerta, el 2-0, maquilló una noche de lo más ingrato.

EL RECURSO DEL 3-4-3 Una noche que dejó la imagen de un Barça oscuro, que solo se alzó cuando el reloj le apretaba el cogotez, aunque y Tito volvió a dibujar el 3-4-3. Salió bien otra vez, gracias eso sí al sensible toque de Xavi en ese tiro a la cruz. Los puntos, a salvo, pero el juego dejó la sensación de que hay cosas que mejorar.

A Messi se le vio anoche más broncas que nunca. Mala señal. No hay mejor termómetro para medir la salud del equipo que la cara de Leo. Sonríe poco, pero cuando lo hace hay algo que celebrar. Enredado como estaba el Barça, al 10 le fue entrando ese síndrome de abstinencia que sufre cuando el balón le pasa de largo. Hay días en que Leo lo lleva mejor, pero ayer no se guardó nada dentro y dejó dos escenas que darán que hablar y que va a dar mucho que hablar esta semana. Primero con Alexis y después con Villa, sus acompañantes en ataque, y que pagaron por todos porque la espesura y la nula continuidad no era cuestión de una o dos piezas.

Durante casi 40 minutos, el Camp Nou contempló cómo el Granada llegó a tener el gobierno del partido. Ni siquiera necesitó encerrarse atrás para estar cómodo, tener el balón y contener a un Barça desconocido. Sería fácil hurgar en la elección de Tito para buscar explicaciones. Claro, sin Xavi, pasan estas cosas. Pero, sin Xavi, y con Busquets, Cesc y Thiago no deberían ocurrir. Y, de hecho, cuando apareció el cerebro irremplazable en la segunda parte, el panorama tampoco mejoró en un pliplás. Con Pedro, si cambió algo, tanto arriba como abajo.

OCASIONES Pareció más un problema estructural, que se tradujo en minutos y más minutos sin nada que contar. Ni una ocasión salvo algún ataque enredado y un par de disparos de Messi. Nada. De hecho, la mejor ocasión, un remate que era gol o gol, y no lo fue de milagro, la tuvo Siqueira. Tampoco hubo más, y la defensa, con Song de pareja de Mascherano, dejando otra vez en la sala de espera a Bartra, no lo pasó mal. El final del primer tiempo, con un arreón de cinco minutos, llevó a engaño. Era eso. Pues no. Por más que el Granada dio un paso atrás y perdió ese punto de osadía, el Barça no encontró el camino. Lo fue abriendo poco a poco, con Xavi imprimiendo orden y Pedro y Tello estirando el campo, pero siempre le faltaba algo. O le sobraba Toño. Messi, Cesc, Xavi lo tuvieron a tiro y se escapó.

Pero no, Xavi no dejó pasar otra. La más difícil. Pleno al 15 y a 11. Y hoy a esperar.