El titular es simplemente un gancho, a ver si así alguno de los triatletas que estuvo ayer en Belmez, algún familiar o alguien que conozca el pantano entra a leer. Imagino que los del fútbol estarán ahora con la cabeza agachada, sin ganas de abrir el periódico, sin ganas de que les cuenten lo malo que es su equipo, lo cerca que está del descenso y bla bla, bla bla...

No lo he hablado con mi jefe, pero supongo que no le importará. El Córdoba cada vez vende menos y la gente empieza a saborear el deporte a través de sus propias experiencias. Veía a todos esos muchachos pasearse alrededor del pantano una hora antes del triatlón, bien temprano, aún con el chándal o la ropa de calle, la música sonando de fondo, embelesados con el agua, lo brillante que está, imaginando que en un rato estarán ahí dentro, con el sol en los ojos.

Pasean nerviosos, visualizando la carrera en bici por las aldeas, charlando con algún compañero. Pasean eufóricos, aún sabiendo que el final será duro, cuando tengan que correr junto a las vías del tren y subir esa cuesta interminable. Me pregunto si los futbolistas sentirán lo mismo antes de cada partido, cuando se pasean por el césped y las gradas permanecen vacías. Me pregunto si ya han perdido ese cosquilleo o si lo mantienen de por vida. Yo si no sintiera ese hormigueo lo dejaría, por muy cómoda que fuera mi vida.

A la vuelta paramos en la única gasolinera abierta entre Belmez y Córdoba. Veo aparcado el autobús del Real Jaén. Me da curiosidad y miro en internet adónde va.

Villanueva de la Serena.

Sonrío.

Suspiro.

Segunda B.

Recuerdo.

Recuerdo perfectamente ese viaje improvisado, pocas horas de sueño, un amigo deseando volver a Córdoba para reconciliarse con la novia, el conductor desviándose del camino, adentrándose en Extremadura, obviando las súplicas del otro.

Recuerdo perfectamente la puerta azul de hierro oxidado por la que entramos al campo simulando que éramos periodistas de una televisión local.

- ¿Y todos esos necesitáis? -se sorprendía el portero, de avanzada edad. Recuerdo lo fácil que era todo. Apenas teníamos 20 años. El lunes no fuimos a clase.

No nos importaba estar en Segunda B. Nos divertía. No teníamos barba. No teníamos hijos y las únicas noches en vela eran producto de la fiesta. Estábamos en Segunda B pero éramos felices con nuestro equipo. Lo seguíamos, sin más, no pensábamos en directivos ni en jugadores.

Llevo unas semanas haciéndome la idea de cómo sería esto si bajáramos. Y me crea indiferencia, la verdad. Igual así algunos dejan de sentirse dioses.

El Jaén ha descendido a Tercera. ¿Alguien lo ha notado? No quiero que nosotros bajemos, no quiero, pero cuando lo pienso me viene a la cabeza ese viaje improvisado a Extremadura y sonrío. Quién sabe, igual vuelven.