Ya dije que esto se iba a hacer muy largo, y voy al estadio pesado, igual es también por la tarta de tres chocolates, que hemos estado de cumpleaños el fin de semana. Último fin de semana del verano. ¡Verano! Quién me mandaría ponerme manga larga para venir.

Me voy a meter por la izquierda de los coches, como si fuera una moto, que ir siempre por el mismo sitio es aburrido, y el carril bici está lleno de personas.

Llego con bastante antelación, así que para hacer tiempo mando unos whatsapp. Observo lo que pasa a mi alrededor: El tendero intenta convencer de que se puede hacer un buen revuelto con lo que tiene en el puesto, una madre habla con su hijo, quejoso: ¿Sabes lo que me va a costar esto? ¡30 euros! ¿Lo vas a pagar tú? Un niño le dice a su padre que si no tiene bufanda no puede animar.

Hay mucha gente, pero el estadio está frío. Unos tienen la excusa de que les da el sol en la cara; los demás simplemente porque aún es muy pronto para emocionarse, aunque estén a gustito en la sombra.

El videomarcador anuncia que España le va ganando a Lituania. Yo pensé que habría más gente que se quedaría en su casa viendo la final del Eurobasket, pero aquí tenemos nuestro pequeño universo, y ese es el que nos llena. Lo rutinario puede con lo excepcional, quizá porque lo excepcional no alimenta, es tan solo un bocado efímero.

Estas tardes transcurren sin sobresalto, sin mucho que destacar. Hay pocas cosas que me llamen la atención, ni siquiera el gol de Florin, que mañana ya tendré olvidado.

Descanso.

No me puedo creer que me esté entrando hambre, si me tomé la tarta justo antes de salir. Tengo un bocadillo de tortilla que me he preparado de mala manera con el pan duro que me sobró ayer, porque los domingos el panadero no viene a casa. Así que voy a dejar de escribir, no creo que pase nada, si casi nunca pasa nada.

Los cuatro primeros bocados son solo pan. Tardo 13 minutos en tomarme el bocadillo. No ha pasado nada. Bueno, que el Córdoba se ha metido atrás, ninguna novedad. En el minuto 73 el marcador de preferencia marca el 90. Ojalá. En ese minuto expulsan a Luso y España gana el Eurobasket, así que se aplaude la expulsión. A su vez, el videomarcador muestra una foto de Caballero, que no puede jugar hasta enero, y dice que le han sacado amarilla. Pobre muchacho.

Si me faltaran líneas para acabar esta contracrónica, podría añadir que un fotógrafo ha caído al suelo engullido por un futbolista del Córdoba después de que otro de la Ponferradina le empujara.

Pero mejor vamos cerrando.

Ahora llega ese momento tan paradójico en el que el Córdoba pierde tiempo para que no se juegue, y la gente que ha pagado por ver jugar, tan contenta.

El final es llamativo. ¡Parece la jornada 42, con jugadores por el suelo desfondados, fotografías en el vestuario y la gente enloquecida cantando! Lo que hay que sufrir para conseguir tres míseros puntos en la jornada 5 de Segunda División.

Toca irse. Balance:

Bueno, no es que haya sido la tarde perfecta, pero al menos me voy cenado y la camisa larga, si me la remango hasta los hombros, ya no es tan descabellada. Solo me queda poner el titular. La pena es que no se me ocurre ninguno.