En una de esas afirmaciones tan llamativas, con ese acento hispano-catalán-holandés y en las que llegaba a modificar palabras del acervo castellano, El Flaco recordaba que "en el reino de los ciegos el bizco es el rey, pero sigue siendo bizco". Tuerto o bizco, el Córdoba es un equipo que lleva meses descomponiéndose de mediocampo para atrás, en una profunda transformación, a imagen inversa de la que se avecina en el propio club de aquí al próximo verano si todo finaliza como las partes contratantes desean desde hace meses (años, si nos atenemos al primer contacto) para el traspaso de la titularidad. Catarsis conocida por el vestuario desde hace tiempo y que no se debe obviar cuando del rendimiento se habla. Sobre la otra, la catarsis sobre el césped, hay uno que se resiste. O al menos intenta por todos los medios contrarrestarla. Ya se puso la capa y el antifaz en varios encuentros --el último, en San Mamés-- y en el Nou Estadi se vio obligado, una vez más, a salir al socorro de un equipo que en lo que a fútbol, capacidad defensiva y física se refiere viaja a la deriva.

El Córdoba salió ante el Nástic con dos defensas del filial de Tercera y otros dos que dejan dudas desde hace meses. Por delante, Deivid renovaba automáticamente desde el pivote defensivo y acabó expulsado. A medida que el equipo ha ido perdiendo fuelle físico, las ayudas y las coberturas han ido en descenso, lo que ha mostrado el nivel de esa defensa, tanto individual, colectivamente y en alternativas (inexistentes); paralelamente, han salido las virtudes de este Córdoba, por las que se apostó en verano en detrimento de esa línea que finalmente ha sacado todos sus defectos técnicos y numéricos. La pegada que ha salvado durante toda la campaña a los blanquiverdes salió a relucir una vez más ante el Nástic, con un Florin espectacular, firmando un triplete perfecto, un balón al palo, un dudoso fuera de juego que terminaba también en gol y generando una jaqueca de campeonato a la defensa grana. La cara del rumano al acabar el encuentro lo decía todo.

Porque su propia defensa concedió cuatro goles, que pudieron ser otros tantos si Emaná, Zurdo o Jean Luc hubieran tenido un día equiparable al del rumano y porque al contrario que en la jugada del inicio, en la que los blanquiverdes se adelantaron con un penalti dudoso de Jean Luc sobre Fidel, Arias no señaló un claro penalti de Stankevicius.

Ese penalti que abrió el marcador para los visitantes sólo fue una pequeña ayuda, necesaria, ante el vendaval grana que se le venía al Córdoba. Empezó con Aníbal (min. 7) que a punto estuvo de marcar tras error de Héctor Rodas. Siguió Jean Luc, con un jugadón con disparo de Lobato (min. 14) que se fue por milímetros y Emaná (min. 17), con otra gran jugada de combinación que finalizó con disparo de Jean Luc. Llegó, lógicamente, el gol local, obra de Aníbal Zurdo tras una gran jugada del camerunés. Y en los siguientes 20 minutos, el festival de Emaná y el Nástic continuó. Razak despejaba de puños una falta del exbético y Aníbal provocó posteriormente la salida de Razak. El Córdoba estaba grogui y sólo Fidel acompañaba en alguna ocasión al superhéroe blanquiverde, como la del minuto 30. Pero el partido continuaba siendo local, hasta que en los últimos cinco minutos de ese primer acto llegó la locura en forma de tres goles, dos para el Córdoba, cómo no, de Florin Andone, y uno para el Nástic. La debilidad defensiva del Nástic, por el centro, podía justificarse por el planteamiento, el juego, la velocidad de mediocampo hacia delante, la verticalidad y las ganas de ganar que demostraron los de Moreno; la del Córdoba no era fácil de justificar. Milagrosamente, el equipo de Oltra se marchó con ventaja en el marcador al descanso. Milagros que sólo hacen posibles los superhéroes.

Porque el fútbol que se atisbó mínimamente ante el Numancia o el Alavés pasó a mejor vida. En la segunda parte, el Nástic se tomó un respiro y el Córdoba cruzó los dedos para que todo continuase así. Incluso Florin se topó con el palo. Pero Moreno reactivó a los suyos con la entrada de Palanca y de Muñiz. De nuevo en los últimos 25 minutos el rival fue creciendo exponencialmente mientras que el Córdoba iba empequeñeciéndose aún más con la aparición --otra vez y van...-- de cansancios, calambres y el tristemente conocido desplome físico. Igualaron los locales de nuevo --cómo no, a balón parado--, y el superhéroe blanquiverde tuvo que ponerse una vez más el traje de batalla para rescatar por enésima vez a los suyos. Gran centro de Fidel y cabezazo de Florin. Un gol conseguido ya con una evidente merma física. Fue el canto del cisne de un equipo que hizo todo lo posible para no ser rescatado por más que se empeñara el rumano. Deivid cometía un claro penalti sobre Aníbal, era expulsado al ver la segunda amarilla y la pena máxima era transformada por Emaná.

Lo mejor para el Córdoba es que el final estaba cerca y había que cruzar los dedos para que Arias no prolongara en exceso. Señaló tres minutos más, con lo que dio opción a otro susto de Emaná y uno final en un saque de esquina que atrapó Razak sobre la línea de gol cuando los corazones se paraban. El Córdoba sigue dejando la sensación de que en esta Segunda alguna vez pudo ser tuerto en alguna etapa --o simular que veía--, pero lo que es evidente es que en el último trimestre ha perdido la visión del único ojo sano que le quedaba. El superhéroe sigue haciendo de lazarillo.

Ficha técnica:

Gimnàstic: Reina; Suzuki, I. Bouzón, Marí, Mossa; Aburjania (Muñiz, min. 65), Madinda, Emaná; J. Assoubre, Lobato (Palanca, min. 61) y Aníbal.

4. Córdoba: Razak, H. Rodas, Andone, Deivid, Fidel, Stankevicius, Ríos, C. Caballero, Markovic (Luso, min.72), Abel y Jonathan.

Goles: 1-0, min.5: Fidel (p). 1-1, min.18. Aníbal. 2-1, min.41: Andone. 2-2, min.41: Lobato. 2-3, min.43: Andone. 3-3, min.70: Palanca. 3-4, min.80: Andone. 4-4, min.86: Emana (p).

Árbitro: Francisco Manuel Arias López (comité cántabro). Mostró cartulina amarilla a Jean Luc (min.5) y Aburjania (min.37), por parte local, y por parte visitante Rodas (min.8), Caballero (min.68) y Deivid (min.72).

Vio cartulina roja Deivid (min.85).

Incidencias: Encuentro de la trigésima segunda jornada de la Segunda División, disputado en el Nou Estadi de Tarragona ante 10.227 espectadores. EFE