Tenía solo tres años Sergi Samper cuando Xavi debutaba en Mallorca, en una Supercopa de España, con Van Gaal (1998). Ayer, quién se lo iba a decir, compartían la sala de máquinas de un Barça extremadamente revolucionario. Ahí andaba el hermano de Jordi, el tenista, como si llevara toda la vida. Como si no fuera el primer día, inmune a la presión, acostumbrado a ser el centro de las miradas. Desde que debutó en la Escola del Barça (estuvo con 6 y 7 años) hasta su estreno en el primer equipo, ha conocido hasta 11 categorías.

Samper estaba feliz con Xavi, el jugador con más partidos en la Champions (142) desde anoche igualando el registro de Raúl, ubicado a su derecha y Sergi Roberto, moviéndose por la izquierda. Ahí Samper estaba hasta relajado se diría. En los primeros 45 minutos dejó unos brillantes números (50 pases acertados de 55 intentos, un excelente 91%, apenas 12 de 13 en horizontal), pero lo que más impactó fue la tranquilidad que transmitió. Jugó con retrovisor, tan preocupado de ayudar a los centrales (Bartra y Piqué formaban una pareja inédita para el Barça) como de encontrar rendijas en el muro chipriota. Nadie diría que tiene 19 años, que pertenece como Munir, Grimaldo, Sandro Ramírez, a esa hermosa generación nacida en 1995. A Xavi, en cambio, le bastó, según Luis Enrique, con jugar tan solo una hora de partido, para ser sustituido.

No tenía Xavi ninguna molestia, pero Luis Enrique sabe bien su rol. "El míster es muy honesto consigo mismo y con los demás. Es muy valiente", dijo el capitán. Tan valiente el técnico que le quitó a él y luego a Sergi Roberto. Ni tocó a Samper. "Tiene una tranquilidad para presentarse en un campo como este y hacerlo todo con naturalidad, ordenando al equipo. Estuvo bien", apuntó Zubi. En 90 minutos, 95 pases de 102 (93% de acierto). Ese es Samper.