0 - Hércules: Falcón; Juanma Ortiz, Pamarot, Echaide, Aitor (Lauren, m.66), Héctor Yuste, Sissoko, Ferreiro, Eldin (Assulin, m.55), Sardinero (Héctor Font, m.6) y Portillo.

1 - Córdoba: Juan Carlos; Gunino, Bernardo, Raúl Bravo, Pinillos, Luso, López Garai (Pelayo, m.17), Pedro, Ulises Dávila (Arturo, m.75), Juanlu y Xisco (Abel Gómez, m.59).

Gol: 0-1, m.7: Xisco.

Árbitro: Arias López (Colegio Cántabro). Amonestó a Héctor Font, por el Hércules; y a Juan Carlos, Ulises Dávila, Pinillos, Pelayo y Juanlu, por el Córdoba.

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 35 de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Rico Pérez de Alicante ante unos 6.500 espectadores.

Y al tercer día... ¿qué harán pues los que pasaron a su lado en mofa y lo abofeteaban? Llevado al Gólgota, burlado y crucificado; el Córdoba, temeroso desde el inicio, busca ante el Hércules correr la piedra que da entrada al sepulcro y hacer bueno el evangelio: "no está aquí. Ha resucitado". Lo escribía en la previa Emilio Leiva "Desde la grada" y, como en los evangelios, la profecía se cumplió en el orbe blanquiverde, muy de este mundo, de esta categoría tan agradecida y tan condenatoria a la vez. El Córdoba logró la tercera victoria consecutiva en Alicante, una plaza que no conquistaba desde hacía medio siglo, para mandar el mensaje de que este equipo nunca estuvo muerto, aunque sí tocado en muchos aspectos. Y no solo desde febrero o marzo, como ya se advirtió (e insistió) casi desde los inicios. La suerte para este equipo (y para el resto, ojo) es que esta Segunda permite todo, incluido el tomarse varias (muchas) jornadas para rehacerse con lo que se tiene o le queda. Solo hay que echar una mirada a la tabla clasificatoria o, si se tiene más curiosidad, al resto de encuentros, de rivales; lo que ofrecen o lo que son capaces de dar. Así que, ahora, con esos nueve de nueve en las últimas tres jornadas, el mensaje continúa siendo el mismo: esta Segunda de serie B te mete en la pelea por el descenso si pierdes dos partidos y te eleva al combate por los puestos de honor si se te ocurre ganar dos o tres seguidos. Y el Córdoba se ha apuntado a esta última variante justo en el momento álgido de la competición. Cuando queda relativamente poco margen para entrar en una vorágine negativa que te envíe al infierno. Los blanquiverdes, en definitiva, han apostado por la mano que tenían y en esas 10 de últimas acaban de arrastrar las tres primeras con éxito.

Y lo han hecho desde el trabajo, partiendo del esfuerzo organizado. Así se plantaron en Alicante y, a pesar de la baja sensible antes del minuto 20 de López Garai, los cordobesistas lograron que en la primera parte, incluso en los primeros 70 minutos, Juan Carlos fuera un mero espectador del encuentro. El Córdoba controló el duelo desde el inicio. Decidió que no se jugaba al fútbol y que esperaría su opción para decantar el electrónico. Posiblemente no contaba con que este hecho se produjera en los albores del duelo, cuando una jugada que nacía en un saque de banda, la aprovechaba Gunino para dejar a dos oponentes atrás, corriendo con el balón paralelo a la línea de fondo, para plantarse casi en el punto de penalti para golear. Falcón (junto con Juan Carlos, los mejores ayer de sus equipos) logró evitar el tanto del uruguayo, pero el rechace era recogido sobre la marcha por Xisco, que anotaba su décimo tanto particular y comenzaba a hacer soñar a los suyos.

El Hércules se vio bloqueado por el sistema y el trabajo cordobesista. No lograba ni tan siquiera acercarse con cierto peligro al área blanquiverde. Por el contrario, el Córdoba se veía incluso cómodo en muchas fases de ese primer acto. Tanto, que antes del descanso pudo cerrar el partido por completo a balón parado, con una falta de Juanlu que cabeceaba Raúl Bravo. De nuevo Falcón, con una estirada más que llamativa, sacaba con una mano el balón por la línea de fondo. Los nervios empezaban a aparecer en la poco concurrida grada del Rico Pérez.

Con un contragolpe desaprovechado (y van...) del Córdoba, a cargo de Juanlu y Uli Dávila finalizó una primera parte en la que se cumplió fielmente el guión escrito por el Córdoba. La segunda sería diferente, entre otras cosas porque el Hércules tiró de orgullo, de casta, de corazón. Y también, todo hay que decirlo, porque el físico del conjunto blanquiverde da para lo que da... Desde hace muchos meses. Un problema irresoluble ya en octubre.

Quique Hernández desplazó unos metros más atrás a Héctor Font, que había entrado por el lesionado Sardinero (desplazando a su vez a la banda a Sissoko), más la inclusión de Assulin le dio una marcha más al Hércules. Font tocaba más abajo y el Córdoba no logró solucionar ese problema. La entrada de Pelayo por el también lesionado Garai solo agravó ese dolor de cabeza para los cordobesistas. En ese punto, y como visitante, el Córdoba tiene claro el juego con esos dos pivotes defensivos o, como explicara Ferrer, posicionales . Lo cierto es que la ausencia del vasco la notó el equipo, que tuvo que tirar de físico para tapar vías de agua o de juego. El Hércules se entregó, principalmente, a centros desde la banda, sobre todo de Ferreiro, y generaba nerviosismo, aunque no ocasiones. Estas llegaron con el Córdoba muerto por completo, en los últimos minutos del encuentro. Y ahí emergió un Juan Carlos que hasta ese momento solo había aparecido para ver la amarilla por pérdida de tiempo: le sacó a Portillo un cabezazo en plancha de fotografía segundos antes de que Arias López decretara el final del encuentro. Una acción difícil de creer salvo para los que estaban allí, en vivo.

Una parada que resume lo que es este Córdoba. "¿Por qué buscan entre los muertos a quien está vivo?... ¿Vieron las vendas blancas y verdes en el suelo y enrollado el sudario en un lugar aparte? ¿Las vieron?", seguía escribiendo Leiva. Ayer se volvieron a ver, así como la resurrección de este Córdoba, que hace creer al más ateo.

El Hércules tiró de orgullo y casta, lo que combinado con el físico justito de este Córdoba, generó problemas en el tramo final