Ni blanco ni negro. Ni invierno ni verano. Ni esfuerzo sobrehumano ni exquisitez absoluta y amanerada. En este mundo en general y en el del fútbol en particular siguen existiendo comentarios interesados que siempre responden a lo que se propone con una contestación opuesta y extrema a la idea lanzada con la vana intención de desacreditar la idea de por sí. Incluso en entrenadores que han proclamado que "el estilo es innegociable" se han visto variantes de ese mismo estilo que han servido en determinados encuentros, en situaciones muy concretas o en fases y épocas delicadas para ese mismo equipo. El camino estrecho por decreto y con orejeras tiene, por lo general, muy mal final: un muro en el que estamparse. Esas variantes, esos matices que no sólo hacen rico a un equipo sino también más imprevisible y, por lo tanto, con más caminos hacia el éxito es de lo que adolece este Córdoba, que modificó su idea inicial por imposible, se fue a las antípodas y, desde el achique de balones, el contragolpe y la explotación de las individualidades en ataque continúa en puestos de privilegio. Aunque últimamente se le van añadiendo los asteriscos a esa buena posición, tantos como la falta de matices. La caída de Pedro Ríos más el aprendizaje de los rivales le han llevado a una situación en la que en los tres últimos encuentros, con el de ayer, ha realizado apenas cuatro contragolpes. El camino al éxito, ya de por sí angosto, se ha ido estrechando paulatinamente en función del estudio que realiza el rival y en Tenerife el conjunto de Oltra arrancó un punto de la misma manera en la que lo hizo la semana pasada en El Arcángel: una cabalgada individual. Fue todo lo que pudo hacer el Córdoba, digno de mención, en el Heliodoro. Y le salió 'bien' porque este Córdoba, tras renunciar al balón, ahora le cuesta incluso jugar por fuera, por lo que está ya instalado en la eficacia individual.

Para quien se cierre en que no puede existir otra cosa nada más que esto y sólo esto, llevado al extremo y sin un mínimo matiz que enriquezca a este Córdoba habría que darle a ver la primera parte del Tenerife. Un equipo con veteranía, sí, como la blanquiverde, pero también con Omar (21 años), Cristo (18 recién cumplidos), Jairo (22 años), Nano (20 años), Martínez (20 años), Aurtenetxe (23 años) o el central, Jorge Sáenz (19 años recién cumplidos); es decir, con tanta bisoñez como velocidad. El Córdoba disfrutó de lo primero y sufrió lo segundo, porque el conjunto de Pep Martí salió enchufadísimo desde el inicio y pasó por encima de un equipo, el de Oltra, que no sólo no podía aspirar a una contra porque no recuperaba, sino que además veía cómo el Tenerife llegaba con muchísimo peligro. De hecho, Razak fue el mejor de los suyos, principalmente por una primera parte en la que salvó del gol ante Omar (minuto 7), ante Germán (minuto 12) y de nuevo ante Omar (minuto 29). Asimismo, tuvo su punto de suerte en el minuto 13, cuando Jorge Sáenz se topó con la madera tras rematar de cabeza un saque de esquina botado por Suso. El ritmo de los chicharreros era frenético: además de mostrar una notable verticalidad, su presión se iniciaba tras pérdida, lo que no sólo evitaba las contras blanquiverdes sino que, cuando lograban recuperar, llevaban el peligro a la meta del arquero ghanés. Sumaron más opciones Suso y Omar y, milagrosamente, el Córdoba se marchó al descanso con el punto inicial.

El primer disparo entre los tres palos para los de Oltra lo realizó Xisco en el minuto 46, raso y flojito. Pero el segundo acto comenzó diferente. El Tenerife no podía mantener ese ritmo y el encuentro se equilibró. Los chicharreros no podían y los blanquiverdes no sabían, aunque --ya se ha apuntado antes-- siempre podrán tirar de la individualidad y que ésta esté inspirada. Le tocó hace una semana a Fidel y ayer a Florin. Una carrera de casi 70 metros del rumano terminó en gol visitante y parecía que a pesar de todo el choque estaba encarrilado.

Pero ahí apareció el otro mal cordobesista y que ya ha mostrado las orejas en los últimos encuentros. Pep Martí introdujo a Tomás Martínez y a Nano, mientras que Oltra dio relevo a Víctor Pérez por Markovic y a Pineda por Nando. De nuevo el rival salió ganando en los cambios. El dinamismo chicharrero regresó, por supuesto no con la intensidad de la primera parte, pero ante el depósito vacío de los blanquiverdes daba la sensación de que el rival volaba. Cerca del 70, Tomás Martínez volvió a obligar a Razak a emplearse a fondo, mientras que tres minutos después Ricardo, desde la frontal, no encontró premio por centímetros. Tan claro lo vio Oltra que sacó a Xisco del encuentro para dar entrada a Rafa Gálvez, toda una declaración de intenciones. Precisamente el canterano se quedaría atrás a la salida de un córner rival para habilitar a Nano que, completamente solo, batía al portero cordobesista. Pudo ser peor si el autor del tanto, Nano, llega a controlar bien en el área pequeña cuando un balón de Martínez le había dejado, de nuevo, completamente solo ante Razak.

El empate para el Córdoba era el mal menor teniendo en cuenta que se muestra más plano y con menos argumentos a medida que van perdiendo fuelle algunas individualidades. Si para algunos esto es lo único que puede hacer este equipo habrá que convenir, por tanto, que en Tenerife... Un punto y gracias. Las opciones, alternativas y matices son para otros.