Son muchas las temporadas en las que el Córdoba ha sufrido lo indecible para obtener la permanencia en Segunda División en lo que llevamos de siglo. A pesar de que el conjunto blanquiverde tuvo temporadas relativamente tranquilas desde su regreso a la categoría de plata en la 1999/00, el Córdoba vivió tres campañas después un año complicado, que afortunadamente tuvo un final feliz en la última jornada tras aquel empate en Getafe (1-1) con gol de Ariel Montenegro.

Más que un final feliz, el entorno de la entidad ribereña respiró una sensación de alivio tras evitar un peligro mayor. «El equipo que se confeccionó era para estar entre los primeros clasificados, no para salvar la categoría», apunta el entonces director deportivo de aquel equipo, Rafael Ruiz.

En aquellos tiempos, en las oficinas de El Arcángel se vivía una actividad muy frenética. Eran veranos en los que los fichajes llegaban a raudales. «Aquella temporada incorporamos a 13 o 14 jugadores de calidad; pero aunque se traigan buenos futbolistas, el equipo hay que hacerlo», insiste Ruiz.

Parecía que sería una temporada ilusionante, más aún cuando en la jornada 2 el Córdoba se situaba segundo tras vencer en su primer partido en casa ante, precisamente, el Almería (3-0). Pero diez jornadas después, el conjunto blanquiverde entraba en descenso tras sumar 11 puntos de 36 posibles. Y el 2003 comenzó aún peor, cuando tras empatar en casa ante el Tenerife cayó al farolillo rojo. «Muchos jugadores lo pasaron mal al sufrir esa presión generada por la mala posición en la tabla, así como la dinámica negativa y los malos resultados», recuerda Ruiz. El empate en la jornada 19 ante el Compostela provocó la destitución de Iosu Ortuondo y la llegada al banquillo de Fernando Zambrano, además de la incorporación «de otros jugadores que tuvieran la mente fresca para conseguir remontar la situación».

MALA PLANIFICACIÓN

En aquel delicado momento del club el capitán eran Juan Bautista González ‘Juanito’. «Hubo una mala planificación, pues Ortuondo subió de golpe a muchos jugadores del juvenil al primer equipo sin pasar por el amateur, que era muy bueno», destaca Juanito, quien aún recuerda «las numerosas discusiones que tuve con el entrenador Ortuondo porque no sabía administrar a los jugadores que tenía».

A raíz de la destitución del técnico vasco, «nos aislamos del entorno que nos rodeaba y nos hicimos fuertes; de hecho, hacíamos numerosas reuniones internas en el vestuario para arengarnos», apunta el exjugador blanquiverde.

El impulso que hizo crecer a aquel Córdoba fue una contundente victoria en El Arcángel ante el Getafe (3-0) tras perder una semana antes con el penúltimo clasificado, el Real Oviedo. Después el coliseo ribereño vivió una noche de éxtasis tras vencer al tercer clasificado, el Real Zaragoza (2-1) en duelo trepidante. Una racha de ocho partidos sin perder que supuso un total de 18 puntos.

Pero el sufrimiento no se acabaría. Una derrota en casa ante el Racing de Ferrol volvía a dejar al Córdoba al borde del descenso. Tras 20 partidos Zambrano sería destituido y Castro Santos sería el entrenador que debía llevar al equipo a la permanencia. «Los últimos partidos eran finales; fueron partidos llenos de intensidad en los que había que ser práctico, evitando ocasiones del rival y aprovechando al máximo las nuestras», señala Rafael Ruiz. Y así fue. En las tres últimas jornadas, dos victorias ante el Compostela (1-2) y ante el Real Oviedo (1-0) dejaron al Córdoba con muchas opciones de sellar la permanencia en el Alfonso Pérez ante un Getafe que no se jugaba prácticamente nada. «Recuerdo que en ningún momento temí por el empate», insiste Juanito.

El Córdoba empató y logró una sufrida permanencia. «Tienes la satisfacción por haber evitado un problema mayor, aunque te queda la mala sensación de que se echó por tierra toda la consolidación que hicimos en los años anteriores, así como la destrucción de la estructura de cantera», sentencia el excapitán. La unión de aquel equipo fue clave para hacer realidad aquel imposible.