Este Córdoba se está convirtiendo en una paradoja en sí mismo. Con los mismos problemas de siempre, con alguna virtud reclamada --a la que ha llegado por la obligación de las ausencias, todo hay que decirlo-- y con alguna incongruencia, al menos aparente. Pero los de Oltra, en una Liga tan igualada que te permite más de una y de tres licencias, mostraron ayer 25 minutos de fútbol por primera vez en la temporada, debieron irse al descanso con ventaja en el marcador y luego, en la segunda mitad, volvieron a evidenciar lo que ya se ha avisado desde la primera jornada: una nada clara consistencia física y muy pocas opciones de banquillo. Esos dos factores influyeron especialmente, porque mientras Oltra realizó los cambios que podía hacer, Tevenet realizó los que le interesó para dar dinamismo a un marmolillo llamado Huesca. Ese detalle, nada nimio, combinado con el problema físico de este Córdoba, terminó por reflejar un marcador final injusto, pero nada ilógico visto lo que se veía sobre el césped y que provocó el primer empate en El Arcángel. Dos puntos que volaron para dejar a los 10 primeros de la tabla en un espacio de cuatro puntos.

Siempre tuvo el Córdoba en casa una fase de tensión, de aumento del caudal físico, de mayor afán para robar balón y salir al contragolpe en plan Jumanji. Duraba 20-25 minutos y casi siempre servía para poner en franquía el marcador. Ayer también lo hizo, por el mismo tiempo, pero con matices muy diferentes. Mucho. No estaba Florin, pero sí De Tomás. No estaba Markovic, pero sí Víctor Pérez. En este caso no había elección, no había más remedio. Y el Córdoba ganó en dos cosas: primero, en juego por dentro; segundo, en poder atacar un sistema cerrado, muy cerrado, como el que traía el Huesca y generarle ocasiones. Con pequeñas lagunas, algunos desajustes e incluso despistes. Pero hubo fútbol. Lógico que pareciera en algunos hasta exquisito, pero lo cierto es que era la primera sensación de jugar al fútbol de este Córdoba prácticamente en todo el campeonato.

Tardó en ponerse en práctica, algo más de un cuarto de hora en el que apenas hubo un disparo desde fuera del área de Víctor Pérez, pero cerca del minuto 20 el Córdoba tenía cogido el camino. Una apertura de Víctor Pérez a Fidel terminaba con un centro de éste rematado por De Tomás en el área pequeña. El Córdoba lograba, por fin, tocar con alguna intención y hasta parecía tener alguna idea. Xisco brindaba una posibilidad a Fidel para abrir el marcador, pero el onubense se topó con el lateral de la red y, poco después, un jugadón de De Tomás, evolucionando en vertical, por dentro, para apoyarse en Nando y terminar rematando él mismo a bocajarro, topándose con Leo Franco. El rechace era cogido por Víctor Pérez, que se estrellaba en el palo del veterano portero azulgrana. Un centro de Stankevicius (sí, incluso él) que se fue envenenando, por poco termina dentro de la red. Corría el minuto 36. Y ahí se acabó el Córdoba, porque el físico no da para mucho más y había que esperar al descanso para tomar resuello.

Si le faltó suerte al Córdoba en la primera parte, en la segunda la tuvo porque le llegó el gol muy pronto y a su estilo de siempre en esta temporada: balón robado en la medular por Luso, balón largo al galgo Fidel, recorte y disparo a las redes. Suerte, porque ahí volvió a comprobarse otro de los problemas de este Córdoba a lo largo de esta campaña. Mientras que el Huesca continuaba sin ideas, los blanquiverdes eran capaces de nivelar la contienda a base de casta, de pelea. Las ideas, aparecidas por primera vez en esta campaña, ya no florecían por la falta de físico. Y Oltra buscó lo que el equipo sabe hacer, aunque con lo único que le quedaba en el banquillo. Metió a Pineda por De Tomás y, poco después, a López Silva por Nando y a Arturo por Xisco. Por su parte, Tevenet metió a Luis Fernández y a Gaspar. Por la parte local, el chileno aportó lo mismo que en Albacete y el onubense sigue desaparecido casi desde el 2012. Tevenet quitó a Moya, un delantero más referencia, y lo sustituyó por dinamismo, movilidad y velocidad. No le vino nada bien el 'nuevo partido' al Córdoba. En esos últimos 20 minutos pudo constatarse que mientras el Córdoba ocupaba menos campo de manera paulatina, el Huesca necesitaba relativamente poco para tocar el balón en línea de tres cuartos. De hecho, sólo había disparado en la primera parte en una ocasión, mientras que en esos últimos minutos se vio primero a Machís, al que se le marchó por poco un disparo en el min. 70, y también a Falcón, que tuvo que emplearse a fondo para despejar a córner un lanzamiento envenenado de Gaspar.

El Córdoba, sin respuesta, sólo aspiraba a que el tiempo pasara, pero un contragolpe a tres del final hizo volar los tres puntos. Víctor Pérez perdió un balón en una zona nada comprometida. Lo llamativo es que ese balón corrió casi 80 metros sin poder ser interceptado. Para colmo, el disparo de Machís cruzó varias piernas que taparon la vista a Falcón.

El Córdoba, que debe no pocos puntos al fútbol en esta campaña vio cómo en el último cuarto de hora el fútbol le reclamó alguno de ellos. Podría entenderse como una especie de justicia poética, pero lo cierto es que mal haría en olvidar esos minutos de ayer ante el Huesca, un equipo metido en la cueva al que se le logró hacer varias ocasiones. Una oportunidad perdida para creer en ello. O no.