Puede quedarse con cualquiera de las dos caras de la moneda, porque ambas son válidas. Es la ventaja de tener opinión propia y que nadie se la pueda quitar, porque tendrá argumentos. El Córdoba rompió su racha de seis derrotas consecutivas y logró sacar un punto en El Arcángel después de llevar tres meses y medio sin sumar. Volvió a dejar a cero su portería, con lo que es la segunda vez consecutiva que Razak no tiene que coger un balón de las redes, algo que no ocurría desde hacía --pásmese-- casi siete meses. Y subidos ya en lo numérico, mire la clasificación: a un sólo punto de las eliminatorias de ascenso. Para colmo, el equipo de Oltra continúa demostrando, semana a semana, algo que ha tenido desde el inicio: corazón. A estos jugadores poco más se les puede pedir porque, entre otras cosas, bastantes de ellos dan más de lo que se podía esperar. En algunos casos, mucho más. Y puestos a reconocerles, además de corazón, lograron al menos mantenerse en pie ante un equipo enrachado, que llegaba a orillas del Guadalquivir con una serie de nueve partidos sin perder.

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La otra cara es menos agradable, pero igual de real y cierta. El Córdoba sumará cuatro meses sin brindar una victoria a su afición cuando regrese, dentro de dos semanas. Entre otras cosas, porque continúa sufriendo la ausencia de un patrón de juego, de fútbol, su gran asignatura pendiente que ha soslayado durante el curso gracias a una pegada que ayer, de nuevo, no tuvo, al igual que le pasó también ante el Osasuna o el Zaragoza, sin ir mucho más allá. Ambos en casa, algo más significativo de lo que parece. Un juego más que previsible en el que Florin Andone es su estandarte y detrás de él, a bastante distancia, se sitúan Fidel o Xisco, si tienen su tarde. Tras ellos, y con la excepción de Pedro Ríos, la nada. Los números pueden ser muy retorcidos (o retorcerse), se ha visto esta misma campaña. Los blanquiverdes están a un punto de los puestos de privilegio pero hasta hace no mucho encabezaban ese pelotón y ahora están más bien a la cola. Es decir, no sólo se trata de que acierte, sino que cada vez son más los que han de fallar. Irónicamente, la aspiración de este Córdoba es parecerse a aquel de octubre y le será dificultoso, entre otras cosas porque el físico no es el mismo que entonces.

Quizá por eso, el conjunto de Oltra salió ayer igual que su rival, más centrados ambos en respetarse que en intentar jugar al fútbol o hacer daño al adversario. El Tenerife le cogió bien la medida a los blanquiverdes en esa primera parte desactivando su mejor arma: el contragolpe. Se entregó al pase y pase sin arriesgar, sin ponerse nervioso, sin rifar un balón y sacándolo desde atrás. Pero en el mediocampo estaba su tope. Porque una pérdida ahí podía significar la aparición de la mejor (si no la única) arma de este Córdoba: el contraataque fulminante. De hecho, la primera transición rápida de los locales llegó en el minuto 43 a cargo de Cisma.

Así, en ese primer acto, lo más destacado fue un disparo de Ríos al lateral de la red (min. 16), un centro del propio Cisma (min. 32) que no logró rematar Florin y otro centro raso de Fidel que tampoco encontró rematador. Eso sí, el Tenerife dio algo más de miedo por un pase de Santana que dejó a Choco Lozano solo ante Razak (min. 28) y un gol, aparentemente legal, tras una falta botada por Javi Lara y una indecisión del ghanés que terminó con el balón en las redes (min. 40).

Vista la prudencia, por no decir miedo, con la que se midieron blanquiverdes y blanquiazules en los primeros 45 minutos, fue el Córdoba el que, aparentemente, quiso ir a por el partido nada más salir de vestuarios. En los primeros 10 minutos acumuló más llegadas y ocasiones que en ese primer acto: un disparo de Luso, una llegada de Florin, de nuevo Luso, un balón que Fidel puso en la cabeza de Florin... Pero el púgil sin cintura ni piernas, aunque con un directo brutal de antaño había perdido su arma más poderosa. Casi la única. Por su parte, el Tenerife puso a prueba a Razak con un disparo de Nano, nada más salir del túnel. Llegó el tiempo de los entrenadores y, al menos ayer, salió ganando por la mínima Oltra sobre Martí, que decidió quitar a Javi Lara y a Suso Santana (Moutinho y Cristo no llegaron al nivel de sus compañeros), con lo que el Tenerife transmitió la sensación de que se conformaba con el puntito. El Córdoba volvió a tirar de corazón en el último cuarto de hora, incluso con un Pineda que destacó y un Nando que sirvió más de un balón peligroso.

Lo más llamativamente doloroso es que el conjunto blanquiverde pudo llevarse los tres puntos con dos ocasiones clarísimas en los diez últimos minutos. Una, a cargo de Pedro Ríos, al que Carlos Ruiz sacó su disparo bajo palos. La otra, con Florin, que con todo a favor en el borde del área pequeña y cayéndose, metió el pie demasiado abajo, con lo que el balón se le marchó al público del fondo sur. La eficacia de los últimos metros había desaparecido. Ambos contendientes nunca abandonaron sus prudencias defensivas, tanto en sus mejores como en sus peores momentos del partido.

Un protestado Pérez Pallás pitaba el final del encuentro cuando casi la mitad del público ya estaba en El Arenal, mientras que la otra mitad mostraba su enfado por la serie blanquiverde en casa, en la que a pesar de que ayer lo tuvo en la mano, no logró romper esos casi cuatro meses sin cantar victoria. Todo, en un encuentro en el que se pasó del miedo a la ineficacia.

Ficha técnica:

Córdoba: Razak, Stankevicius, Héctor Rodas, Deivid, Cisma; Pedro Ríos (Markovic, min. 88), Luso, Caballero, Fidel (Nando, min. 66); Xisco (Pineda, min. 75) y Florin.

0 - Tenerife: Roberto, Cristian, Carlos Ruiz, Germán, Saúl García; Suso Santana (Cristo, min. 81), Vitolo, Aitor Sanz, Javi Lara (Moutinho, min. 66); 'Choco' Lozano y Nano (Omar, min. 90).

Árbitro: Pérez Pallas (Comité gallego), que amonestó a los cordobesistas Florin, Héctor Rodas, Luso, Stankevicius y Cisma, así como a los chicharreros Saúl y Vitolo.

Incidencias: Partido de la trigésimo quinta jornada de la Segunda División, disputado en El Arcángel ante algo más de 13.332 espectadores.