El Córdoba y todo lo que lo rodea se ha convertido en un teatro en el que se mira a las butacas, a la platea, a la iluminación, al gallinero, a los pasillos y hasta a la puerta de entrada. Eso sí, nunca al escenario y lo que allí se representa. Porque lo que ocurre en la tarima futbolera, entiéndase el césped de El Arcángel, encierra todo lo bueno y lo malo que le ha ocurrido y le ocurre a este equipo, con sus carencias desde el verano, sus dudas en la preparación física, su atípica frescura de piernas en octubre y noviembre, su paso desdeñoso por el mercado invernal de fichajes y su búsqueda de la verdad: el fútbol. Esa mirada a todo menos a lo importante deja, en cierta medida, un ambiente viciado que ha obligado a no pocos a mirar a la afición, a tal o cual jugador o a si la abuela fuma o no, lo que ha provocado, por amnesia colectiva, que la gente se olvide del fútbol que es para lo que, al fin y al cabo, va a El Arcángel. Ver ganar a su equipo y si es con fútbol --de calidad o apenas unas gotas--, mejor. Quizás esa tendencia en esta temporada a mirar a todo menos a lo importante generaba el enésimo debate para producir aún más humo: jugar con tres atrás o con cuatro. Y obligatoriamente venía a la memoria, durante el partido, las palabras de Marcelo Bielsa: "Está totalmente descartado que un equipo pierda o gane por el dibujo táctico. ¿Cómo puede ser tan importante el sistema si han ganado sistemas tan antagónicos? Cualquier persona mira cómo están dispuestos los jugadores en el campo y eso les hace creer que entienden aquello que les gusta: el fútbol. Pero no es así".

ENCUESTA || ¿En qué posición cree que acabará el Córdoba al final de la temporada tras disputarse más de dos tercios de Liga?

No tuvo fútbol este Córdoba nunca ni lo tiene ahora, pero un trimestre en el que se volaba generó un granero de puntos del que aún hoy vive, combinado con una competición que permite no pocos errores. Sólo hay que ver a los blanquiverdes y a bastantes de sus rivales para continuar afirmando que subirán y/o jugarán el 'play-off' los menos malos de la categoría. No tuvo fútbol este Córdoba en su mejor momento de puntuación ni en éste, lo cual provoca que equipos que sí que lo tienen transmitan esa superioridad que llega a sonrojar. Por lo tanto habrá que recordar que el problema de este Córdoba no es numérico. Ni tampoco nuevo. Oltra ha jugado 27 partidos con cuatro atrás y sólo dos con tres. Hagan cuentas y recuerden desde dónde viene la racha, no sólo en casa.

Así que entre humos de si éste o aquel en el 11, de si tres o cuatro atrás, de si chavales del filial sí o no, de si hay jugadores polivalentes o univalentes que no rinden ni en su puesto y otras zarandajas, el Lugo llegó a El Arcángel se quedó con el balón, jugó al fútbol, trianguló, buscó con verticalidad la portería de Razak, al que hizo dos y bien pudieron ser el doble, para dedicarse después a administrar su ventaja no sin cierto riesgo.

Durán aceptó el reto y si Oltra dejó tres atrás le mandó a otros tres arriba: Pereira, Iriome y Caballero, buscando continuamente el uno contra uno. El Córdoba, como siempre, no tenía fútbol ni juego para construir jugada, por lo que el Lugo estaba atento siempre a las segundas jugadas y a los rechaces (¿les suena? Eso también con cuatro atrás) para quedarse con el balón y transmitir una sensación de control brutal, que no asombrosa. Lo más doloroso es que el primer gol visitante vino a balón parado --una vez más-- tras un saque de esquina de Pita que remató Carlos Hernández, con Abel y Deivid de espectadores.

Pero el Lugo declamaba con brillo mientras que algunos seguían debatiendo el sexo de los ángeles. Con ese tres para tres arriba se podía pensar que con la superioridad numérica en el mediocampo el Córdoba podía y debía tener balón, incluso fútbol. Pero cuando no se ha manejado ese concepto en toda la temporada, ahora que los resultados no son favorables no se puede apelar a él. Así, el Lugo se bastó con Pita, Seoane y Campillo no sólo para tener el balón mucho más que los locales, sino para llegar con peligro en múltiples ocasiones. Cayó el segundo a la media hora tras una preciosa jugada de Iriome y Pereira que finalizó Caballero, pero antes del descanso pudo sentenciar el conjunto gallego con varias ocasiones. El Córdoba, salvo una individualidad de Pedro Ríos, nada de nada, porque fútbol nunca tuvo, pero en esta ocasión le faltó incluso un reparto lógico de espacios. Descolocado, tardón y sin competitividad.

Llegó la segunda parte con sus cambios, de nombres y de dibujo, que no de lo esencial. El Córdoba funcionó basado en la voluntad, en el corazón, pero cómo será la incapacidad para meter la quinta marcha que aun con un Lugo físicamente mermado, muy afectado por el calor, fue incapaz el equipo de Oltra de embotellar al rival. Una genialidad --otra más-- de Florin Andone generó cierta esperanza, pero la realidad volvió a dar en la cara y la deseada reacción quedó en un achuchoncito de un cuarto de hora. Los últimos 20 minutos se jugaron al ritmo que quiso un Lugo que paró el partido en no pocas ocasiones y que incluso en los minutos finales pudo aumentar más la renta. Y mientras los gallegos celebraban su justa victoria aún había ganas de debatir, olvidando el verano, las rarezas físicas, el mercado invernal y esa adoración del resultado puro y duro, sin fútbol. Con los números caídos --sobre todo en casa--, sí hay ahora quien mira al escenario, exige fútbol y el debate vacío del pasado no le ciega. Poco a poco la humareda se disipa. Igual esta Liga da opción a pesar de las profundas carencias.