Hoy soy yo quien hace la pregunta. ¿Por qué?

Soy periodista pero hoy no voy a ser periodista. Voy a jugar a ser aficionado. Puedo ser el que grita cabreado al presidente que haga fichajes o el que se marcha del estadio antes de tiempo porque no confía en su equipo.

De chico hacía al revés. Era aficionado y jugaba a ser periodista. Tenía 13 años y era muy fácil serlo. Llegaba siempre muy pronto al estadio, cuando ni siquiera habían salido los jugadores a calentar. Hacía fotografías a las alineaciones, también a la del rival, y retrataba a los jugadores uno a uno; me daba tiempo a dos o tres cada jornada. Accedían amablemente y hasta sonreían. No había nadie alrededor que me incordiara.

Ahora los fotógrafos, los pobres, se apelotonan junto al banquillo, vigilados por un guardia de seguridad. Yo andaba libre por el césped y me sentía muy privilegiado por estar ahí. Pero hoy soy un aficionado adulto y voy a llegar con la hora justa, que en casa hay mucho que hacer y los inicios del Córdoba son muy malos.

De chico también le hacía fotos a las aficiones. Hoy hubiera tenido muchas buenas porque las pancartas son originales e incluyen rimas.

Cuando tenía 13 años volvía a la grada por el túnel de vestuarios y ahí podía encontrarme a algún suplente rezagado. También lo fotografiaba, pero ya tenía que ser con flash, y me daba pena que tuviera el chándal, así que si otra semana era titular, volvía a hacerle la foto en el césped, y se le notaba que estaba más contento. Hoy los suplentes siguen igual de enfadados, eso no cambia. Vaya puñetazo que le ha dado Fidel al banquillo.

Luego me subía a lo alto del anfiteatro, al lado de las cabinas de prensa. Me gustaba hablar con los periodistas, sobre todo con el de la Ser. Una vez me dio una primicia, me dijo que a nuestro lateral izquierdo lo iba a fichar el Mérida. Yo lo apunté y cuando se produjo presumí de haberlo sabido antes que nadie. Hoy veo que la gente habla de fichajes, pero con mucha rabia porque todos dicen que hacen falta y que no viene nadie.

También anotaba todas las ocasiones en una hoja de cuadros, y en mi casa escribía una crónica, con su titular y subtítulo incluidos. Al día siguiente fotocopiaba la que salía en el periódico y guardaba las dos en un archivador. Si hoy la hiciera tendría mucho que contar, pero no apunto nada y me olvido de lo mal que está jugando el equipo, de si es penalti o no, de las expulsiones, del jugador que se pone de portero, de este final tan surrealista. Tampoco me pararé a ver qué pasa cuando todo acabe, evitaré la celebración del Leganés.

Hoy debería situarme en las cabinas, pero no lo hago. Hoy no cojo acreditación. Entro por el fondo. En mi carné no pone la palabra prensa, solo mi nombre. Soy un aficionado más, como tú, que estás leyendo esto ahora. Así que piensa qué has visto, qué ha pasado a tu alrededor, qué has sentido, y esa será la contracrónica de hoy.