El Sporting intentaba que El Molinón fuera una caldera. Puso entradas a precio bajo para abonados (10 y 5 euros) y la afición sportinguista respondió. Cierto que no en la medida en la que esperaban en el club, al menos eso comentó un consejero en los prolegómenos, que confiaba en un lleno de reventón. Pero esas pasiones se ve que se dejan para el final liguero.

Era llamativo escuchar a algunos aficionados concentrados en los alrededores del estadio gijonés. En el Parador, a escasos metros del coliseo rojiblanco, entre cafés, copas y también cervezas de los que ya se les había pasado la hora de comer, los comentarios eran, sorprendentemente, de desconfianza. Y es que a orillas del Cantábrico todo lo que no sea un ascenso por la vía directa (y a ser posible como campeón) es lo más parecido a un fracaso. Ya en la última visita blanquiverde, allá por mayo, el ambiente era guerracivilista. Manifestación de casi dos millares de aficionados con incidentes en los aparcamientos del estadio después de aquel 3-0.

Y, de aquellos tiempos, la aprensión actual, que hace fijarse en los árbitros y denunciar una campaña en contra de su equipo: "Aunque a muchos les joda, vamos a subir", cantaron los Ultra Boys en la primera decisión polémica de un Sureda Cuenca que estuvo por debajo de su media de tarjetas, al igual que el Córdoba y el Sporting, los dos equipos más amonestados de la categoría. Y es que, por no haber, casi ni hubo faltas.

"Tío, te lo dije. Siempre la cagamos, siempre", se lamentaba un aficionado al descanso. "Están estos serios, pero es que nosotros no hemos jugado a nada, tú", le contestaba el otro. "¿Ha jugado Scepovic?", se preguntaba el primero, señalando el mal del Sporting ayer, o uno de ellos.

Delante de la grada de los más fanáticos, una pancarta que expresaba el sentir de esta temporada para con los arbitrajes: "Dejad de robarnos nuestro sueño". Un lema que posiblemente asumiría cualquier equipo de Segunda, incluido el Córdoba. Nada más pitarse el final del encuentro se decidió que para el duelo ante el Alcorcón se regalara hoy y mañana una entrada a cada abonado y señalar una tarifa plana para el resto de localidades: tres euros por ver al Córdoba en un partido que se presenta crucial para los blanquiverdes, que ayer, nada más señalarse el final, se abrazaron en el centro del césped de El Molinón. Ellos también sueñan.