El CD Ronda (93 años de historia), decano del fútbol malagueño y uno de los clubs andaluces más antiguos de Andalucía, podría estar viviendo sus últimos días de existencia. Y dentro de un barco lleno de vías de agua en forma de problemas económicos, dos cordobeses en el cuerpo técnico: Miguel Ángel Morales, entrenador, y Javier González, su segundo. Ambos llegaron en octubre, junto a otros dos cordobeses que ellos mismos reclutaron -Fran Alcázar y Salinas- para intentar reflotar un equipo que por no tener, no tenía ni jugadores. Después de varios meses de trabajo y de lograr dar algo de esperanza en su salvación deportiva, desde el mismo club se apunta que dichos problemas sobrevienen por intereses políticos. Así lo afirmó ayer el propio presidente del Ronda, José Antonio Ortega, después de denunciar diversos incumplimientos por parte del Ayuntamiento. «Cogí el club en el Ayuntamiento e iba a ser por 45 días. Llevo año y medio y me está costando la salud», aseguró Ortega, que reclama, al menos, el pago de una parte de la subvención prometida, 17.500 euros, y denunció que el club ofreció diversas fórmulas, todas sin contestación, por lo que «tenemos 1.000 euros. Los gastaremos para llegar hasta donde podamos». Eso sí, dejó claro que «estoy orgulloso del trabajo que está haciendo la gente del club y los entrenadores». Morales y González deben realizar semanalmente cuatro viajes desde Córdoba hasta Ronda y «no nos han pagado ni la gasolina».

Morales explica que «cogí el equipo porque era un reto para mí», pero cuando le presentan a la plantilla «había cinco jugadores sénior y dos juveniles». Aunque hubo mejora deportiva, ésta se encontró con el tira y afloja entre el Ayuntamiento y el club. «El Ayuntamiento, incluso, ha impedido que el club recaude dinero a través de la publicidad del estadio», explica Morales con tristeza.

Anoche había previsto un encierro de la plantilla y cuerpo técnico, y aunque la rueda de prensa del presidente parecía que haría posponerla a la próxima semana, finalmente anoche comenzó el encierro en el estadio rondeño esperando a la última solución para evitar el naufragio.