Estadio: Mestalla

Asistencia: Unos 35.000 espectadores, un millar, cordobesistas

Terreno de juego: Algo blando

VALENCIA: (1) Alves, (2) Cancelo, (5) Mustafi, (23) Otamendi, (31) Gayá, (18) Javi Fuego, (21) André Gomes, (10) Parejo, (8) Feghouli, (9) Alcácer y (11) Piatti. Cambios: (22) Carles Gil por Piatti en el 48', (6) Orbán por Gayá en el 52' y (27) Roberto por Feghouli en el 76'.

CÓRDOBA CF: (1) Juan Carlos, (17) Gunino, (12) Iñigo López, (4) Iago Bouzón, (3) Crespo, (22) López Garai, (23) Abel Gómez, (18) Borja García, (7) Rossi, (34) Fede Vico y (14) Ghilas. Cambios: (20) Matos por López Garai en el 51', (24) Havenaar por Fede Vico en el 59' y (16) Fidel por Borja García en el 69'.

LOS GOLES

1-0 (21') Gran centro de Feghouli desde la derecha y mejor remate de cabeza de Alcácer.

2-0 (26') Muy buena jugada de André Gomes en el área cordobesista con taconazo para que Gayá fusile.

3-0 (73') Contragolpe valencianista con disparo cruzado de Feghouli, inalcanzable para Juan Carlos.

EL ARBITRO

Vicandi Garrido (C. Vasco). Amonestó por parte local a Javi Fuego (36'), mientras que por parte visitante vieron la amarilla Iago Bouzón (30'), Crespo (59') y Fidel (89').

CRÓNICA

No pasa nada, no es su Liga. ¿Que le caen tres? ¡Como si le caen seis! Es que son muy fuertes. Oye, contra el campeón de Europa, contra el campeón de la Europa League, contra el líder de la competición, contra el gallego ese que seguro, seguro estará entre los seis primeros... Mira qué puntito en Almería, mira qué puntito contra el Celta. Que no es su Liga, por eso pasan como aviones. Que no es por lo que compite, que por eso juegan tan bien, con un sistema definido, con las ideas claras, pierda o empate el campeón de Europa, el de la Europa League y tantos otros. Con un sistema o con un plan preconcebido para ir creciendo a partir de él, intentando mejorarlo, probando a hacerlo crecer. Nosotros sabemos lo que hacemos --aparentan--, no sabemos si poner al japonés, al argelino o al defenestrado. Si jugar con dos pivotes defensivos o dos de más toque o, sin embargo, mitad y mitad, carne y pescao , ni chicha ni limoná . Si colocar al mediocentro en donde empezó o de mediapunta... Pero recuerden: esta no es su Liga.

Pues, si quieren, de acuerdo. Pero entonces: ¿Y su juego, dónde está? ¿Y su tensión, dónde la guarda? ¿Y sus ideas, para cuándo las reserva? En definitiva, ¿y su fútbol? Porque habrá que insistir en que una cosa es el resultado; otra, la igualdad, inferioridad o superioridad en el césped --no en la tabla-- y otra, el compromiso, la mentalidad y, sobre todo, las ideas.

El Valencia, un equipo, pasó anoche por encima de un grupo de cartón y madera. Endeble en todas sus líneas, principalmente la defensiva, sin idea de ningún tipo (ni arriba, ni abajo) y que saltó a Mestalla aspirando a que el dueño del campo le perdonara todo lo anteriormente expuesto y no hiciera sangre.

Lo cierto es que el primer tiempo no tuvo historia. O sí. La que quiso escribir el Valencia, que saltó al campo como si los primeros minutos ya los hubiera jugado en el túnel de vestuarios. Enchufadísimo, con ganas de hacer presa y de terminar con el duelo por la vía rápida. La ausencia de tensión defensiva en las bandas, con mención especial a los interiores cordobesistas y añadida a la lentitud del doble pivote, dejó el camino expedito para un Valencia que, si algo le sobra, es calidad en el mediocampo y velocidad en las bandas. Ya en el primer minuto dio el aviso por la izquierda valencianista Piatti, y pocos instantes después, Feghouli. Poco a poco, el trivote formado por Javi Fuego, Parejo y André Gomes fue tomando velocidad --de piernas y de cabeza-- para ir empequeñeciendo cada vez más (y ya saltó un tanto liliputiense) al Córdoba, que se veía incapaz de salir de la presión alta de los locales. Con un Valencia acaparador del juego, del balón y de las ocasiones, el gol era una mera cuestión de tiempo, ya que los jugadores cordobesistas solo alcanzaban a ver de lejos a uno de azul del que les habían asegurado que era Diego Alves. Los de Nuno evitaban la minúscula oposición de los de Ferrer cuando estos lograban bascular bien en la defensa con balones largos a las bandas que, en la mayoría de los casos, eran ganados por los atacantes. Y el esperado gol llegó después de la enésima desaplicación defensiva en banda, sin Crespo, sin Fede Vico, con Iago Bouzón debiendo salir a por Feghouli, que mandaba un centro perfecto para que Alcácer impusiera su velocidad y rematara cruzado, lejos del alcance de Juan Carlos.

Fueron los peores momentos de los visitantes, ya que el Valencia quería más. El Córdoba parecía el nuevo en el recreo. Sabía que le estaban dando de collejas, pero ni sabía de dónde venían ni alcanzaba tan siquiera a calcular cuántos eran. Poco después del primer gol, de nuevo el argelino valencianista atraía hasta a cuatro defensores, que olvidaron la incorporación de Cancelo por dentro. El lateral portugués quedó solo ante Juan Carlos tras la asistencia de Feghouli, pero le dio con la pierna mala. Un Córdoba demasiado blando en defensa, como en jornadas anteriores, ternura que volvió a demostrar en el segundo gol local, en el que André Gomes se quedó a vivir en el área cordobesista para finalizar con un taconazo que aprovechó Gayá, absolutamente libre de marca en su incorporación, para fusilar a Juan Carlos.

La buena noticia para el Córdoba es que el equipo de Nuno se tomó un respiro y, a pesar de ello, le costó llegar al área de Alves, que apareció en dos ocasiones en los minutos finales para evitar el tanto de los cordobesistas. Uno, tras dejada de Ghilas a Rossi, y otro, a la salida de un córner, despejando con los pies el remate final de Fede Vico.

El paraguas se volvía del revés en la primera parte y al Córdoba le cayó el chaparrón. En la segunda, el paraguas no solo no se logró reforzar, sino que le quitaron las varillas. Ojo a eso.

El Córdoba, léanlo, es un equipo pe-que-ño. Entre otras cosas, porque ni en Segunda fue grande. Y cuanto antes se acepte de vestuario para adentro los disgustos serán menos graves. Se perderá o se ganará, pero uno debe ser sincero con los suyos. Y como equipo pequeño ha de plantear su viaje por Primera. Arrancar cada punto con sangre, sudor y lágrimas. Dejar los intentos de preciosismo para los que verdaderamente pueden: esos, esos precisamente que no son de su Liga. Y la forma de intentar igualar a unos o de superar a otros es a base de acorazar al grupo. Sumar y punto. No vale otra. Porque esa, y no la de unos u otros rivales de turno, es la Liga del Córdoba. Y toca espabilar.

Si la primera fue prácticamente un monólogo ché, la segunda parte condujo, directamente, a la tristeza. El Valencia ya pensaba en la siguiente jornada liguera, cómodo, atrás. El Córdoba terminó de desarreglarse (si no lo estaba ya lo suficiente) con las modificaciones. Los locales eran un ir y venir a base de contragolpes de los que fructificó uno, culminado por Feghouli, pero perfectamente podrían haber aumentado la sangría André Gomes, Carles Gil, Alcácer... El encuentro en general y ese segundo acto en particular sí servirá para algo: para eliminar ínfulas que perduran desde un día de junio en Las Palmas y centrarse en lo que realmente es la capacidad de este equipo para e xprimirlo al máximo. No con lo que uno desea, sino con lo que necesita. Lo primero, puntos. La belleza reconocida por otros, cuando toque. Hoy por hoy, está claro que no. Tiempo hay de sobra para empezar a pegar con cemento las líneas de este Córdoba que, si pretende prolongar su existencia en la élite debe hacerlo acorazándose todo lo posible. Porque en la actualidad, como ayer, como en la jornada anterior y como en otras, este equipo continúa siendo de cartón y madera. Y, ya se sabe, en Valencia, enseguida te fabrican un ninot, te hacen una falla y te montan una fiesta. Y eso fue lo que ocurrió en Mestalla. No era momento, por mucho que lo pretendiera el Córdoba, de ninots indultats. Las Fallas, en marzo. Ahora, a competir.