El estreno que muchos habían soñado, porque aunque se diga lo contrario con la boca pequeña, si es con triunfo, mejor. El análisis sirve siempre más allá del resultado, pero no es lo mismo hacerlo con una sonrisa. El Córdoba se estrenó con triunfo en la Liga 2015/16, la del proyecto del regreso a Primera y ante un rival directo, en teoría. Y bien está disfrutar de ello durante una semana, recordar los buenos momentos que dejó el encuentro, pero tampoco olvidar lo mejorable. Los tres primeros están en el zurrón y harán falta muchos para cumplir con el objetivo. De ahí que la mejora, necesaria, se experimente desde el verde hasta arriba del todo y viceversa. Este Córdoba puso ayer mayor empeño, intensidad, una sorprendente (o no tanto) frescura física para el inicio de campeonato y ganas, muchas ganas de ganar. Con la victoria se piensa mejor en esa mejoría necesaria en algún componente de la línea defensiva, en las dificultades para jugar el balón en el mediocampo, el excesivo trabajo que tuvo que hacer Xisco bajando contínuamente (el mejor de los suyos anoche) y algún detalle más. Serán temas a desarrollar en el futuro. La sonrisa, esta semana, está más que justificada.

Lo cierto es que este Córdoba transmitió por momentos buenas sensaciones en los primeros 45 minutos de la temporada. Basado en intentar mantener un ritmo alto en el partido, con instantes de intensidad, los de Oltra lograron generar algo de peligro en los aledaños de Kepa, aunque en el momento en el que la luz perdía fulgor, surgía el Valladolid. El mérito principal en ese primer acto fue que los locales lograron que los pucelanos no sacaran a la superficie sus virtudes, no pocas, salvo en contadas ocasiones.

Un disparo de Florin dentro del área que repelió la defensa rival y un par de saques de esquina sirvieron para entonar algo el ambiente. Pero el Valladolid avisaba con contragolpes por la izquierda blanquiverde. Tras algún que otro ajuste, el Córdoba logró mantener el control del encuentro, aunque sin posibilidad clara de construir desde atrás. Así, se entregó a las segundas jugadas tras balones largos de los defensas o de Razak y también al trabajo de Xisco, al que fue habitual verlo más en el centro del campo que dentro del área rival. La labor de conexión del balear hizo que los de Oltra aparecieran en ataque, como en una conexión con Nando que terminó sirviendo de nuevo al ariete, que ya le esperaba en el punto de penalti para rematar, sin fortuna, a la grada alta del fondo norte.

Poco antes de esa jugada, Florin obligó a Kepa a emplearse a fondo tras un cabezazo cuando la grada ya cantaba gol. Fue la mejor ocasión para los blanquiverdes, junto a un cabezazo de Luso, con todo a favor, que se marchó alto. El maño se quejó de un empujón, pero Areces hizo caso omiso.

Vistas las dificultades que los de Oltra les pusieron, los vallisoletanos se decantaron, en la recta final del primer acto, por el balón parado. Una falta sacada por Mojica terminó con un cabezazo Marcelo Silva que se encontró Razak en sus manos. En la continuación, de nuevo el central blanquivioleta pudo desequilibrar el marcador, pero le faltó enfoque.

En la segunda parte, el escenario cambió ligeramente en sus primeros compases. Pareció que el equipo de Garitano intentaba tener más el balón, siempre sin excesivo peligro, con la intención de desconectar al Córdoba.

Sin embargo, los de Oltra dieron una vuelta de tuerca más en la intensidad y en la recuperación (notables Markovic y Luso en esa faceta) y hubo un instante, pequeño, en el que partido amenazó con romperse del todo. Pero no. El conjunto blanquiverde volvió a dar muestras de tener el control del duelo y el Valladolid pareció empequeñecerse progresivamente, renunciar al triunfo y recoger velas.

Entró Fidel por un destacado Nando y el onubense firmó el gol del triunfo en una genialidad precedida de otra de Markovic. Por cierto, en la única transición clara de mediocampo al ataque en todo el encuentro. Fue suficiente. El Córdoba, a partir de ahí, intentó por todos los medios mantener la posesión de balón como arma defensiva y lo cierto es que lo logró, dándole de nuevo al Pucela motivos para la frustración. No se vio la calidad de los castellanos en ninguna de sus líneas y eso fue mérito de los locales. Cierto es que no se puede dar paso a la euforia cuando el objetivo está a 10 meses de distancia y queda mucho, tanto por hacer como por evolucionar y/o arreglar. Pero tampoco es menos cierto que empezar la Liga con un triunfo en casa (tan escasos en El Arcángel en los últimos años) y ante un rival directo teóricamente supone un punto de serenidad. Un buen primer paso.