Autor: Alistair Beaton.

Intérpretes: Javier Márquez, Fran Perea, Ainhoa Santamaría, Jorge Bosch, Jorge Usón y Manuela Velasco.

Dirección: Alberto Castrillo--Ferrer.

Lugar: Gran Teatro de Córdoba

Alberto Castrillo--Ferrer conduce con mano experta esta puesta en escena un tanto difícil de catalogar, ya que muestra en toda su crudeza la realidad que subyace en toda la esfera política sea cual sea el signo o color, e incluso el país en el que se desarrolle la acción. En el programa de mano leemos que se trata de una obra "políticamente incorrecta" y, al salir de la sala, el sentimiento en el rostro de los espectadores es el de haber asistido a una disección de ese otro espacio de la sociedad, el político, que se muestra en este texto valiente y directo con toda su realidad y crudeza. Un texto que dice verdades como puños y que solo peca de ser un tanto reiterativo y pesado en algunos momentos de la representación.

La interpretación, ajustada a lo largo de toda la puesta en escena, dibuja las distintas características de todos los personajes que intervienen en este drama con ribetes de humor, ese humor que se utiliza como catalizador, como el paliativo que haga soportable la realidad que la obra de Alistair Beaton pone al alcance del público para que éste pueda digerirlo si avergonzarse. Una función de cabecera para aquellos que se dedican a la política. Una sátira, en fin, de una realidad en la que nos vemos inmersos, que incorpora todos los ingredientes para demostrar que a pesar de las risas del respetable, lo que se está viendo es la cruel y dura realidad. Un apunte sobre el sonido al principio de la representación y, en algunos momentos a lo largo de la misma, el texto no llegaba o se escuchaba con nitidez desde las butacas, no sé si debido a que la composición de la escenografía absorbiera demasiado la voz de actores y actrices.