LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO TUKUSHIMA (JAPON), 1939.

TRAYECTORIA HA BAILADO ANTE REYES Y EMPERADORES, HA CREADO NUMEROSOS MONTAJES Y ENTRE SUS RECONOCIMIENTOS FIGURA LA ENCOMIENDA DE LA ORDEN DEL MERITO CIVIL (ESPAÑA) Y EL TITULO DE PERSONA DE MERITO CULTURAL EN JAPON.

Corrían los años sesenta. Shoji Kojima acababa de terminar la carrera musical en Japón y de quedar atrapado por la fuerza del flamenco. Con las reticencias familiares, se embarcó en 1966 desde Yokohama hasta el puerto soviético de Nakhodka, atravesó Siberia en ferrocarril y recuerda que hizo parada en numerosas capitales europeas hasta llegar a su destino, la Estación del Norte de Madrid. Casi cinco décadas después y con el reconocimiento de reyes, emperadores y grandes maestros del arte jondo, los cordobeses podrán ver por primera vez a este gitano japonés , como le llamó Farina, en el Gran Teatro de Córdoba el próximo viernes con Fatum , el último de los espectáculos programados con motivo del Concurso Nacional de Arte Flamenco.

--¿Qué fue lo que le atrajo del flamenco para lanzarse a la aventura española en aquellos años?

--España era muy diferente entonces. El motivo que me hizo embarcarme en esta aventura fueron Pilar López y Antonio Gades, a los que vi actuar en Japón con su grupo, que se llamaba Compañía de Danza Alegría, a finales de los cincuenta. Entonces yo ya aprendía música. La segunda vez que los vi decidí definitivamente dedicarme al flamenco, estudiarlo y conocerlo.

--Cuando llegó a España, ¿con qué se encontró, de quién aprendió?

--Cerca de la pensión donde me alojaba había un estudio de un maestro muy antiguo que se llamaba Paco Reyes. Después conocí a otros muchos flamencos en el local Amor de Dios. Allí aprendí lo fundamental y después vinieron muchos otros maestros.

--¿Sabía español?

--Un poco. Lo aprendí estudiando ópera y lírica. Más o menos dominaba el latín y el alemán. Cuando vi a Gades y a Pilar empecé a aprender español.

--¿Cómo lo recibieron en el mundo del flamenco? ¿no era usted un bicho raro?

--Un poco, sí. Pero hubo de todo. Muchos me llamaban chino y yo les decía que era japonés. Esas cosas pasan en todas partes. Luego empecé a conocer las cunas del flamenco. Viajé a Jerez, Sevilla... En los años setenta participé en un programa de televisión que dirigía José María Iñigo, Estudio Abierto se llamaba, y a partir de ahí me empezaron a conocer en Andalucía y comencé a actuar en locales, tablaos y festivales.

--Además de flamenco, también se impregnó de la cultura española. ¿Qué ha significado Lorca en su vida? ¿Cuándo supo de él y de sus versos?

--Al llegar a Madrid visité una Feria del Libro en el Retiro. Allí compré el tomo más grande de Lorca y poco a poco fui leyéndolo. Cuando regresé a Japón hice muchas obras sobre sus poemas, he visitado su pueblo de Granada. Me conmovió la historia de Lorca y su poesía.

--¿Qué es Fatum , el espectáculo que ofrecerá el viernes?

--Es una mezcla de piezas de ópera y de flamenco. Son casi dos horas de espectáculo. Esta coreografiado por Javier Latorre y la parte flamenca la ha compuesto mi guitarrista, Chicuelo.

--En este espectáculo trabaja de nuevo con Javier Latorre. ¿Cuando comienza esta fructífera relación?

--Hace cinco años. Desde entonces hemos hecho varios espectáculos juntos. Fue Chicuelo el que me dijo que podría enriquecer mis coreografías con su ayuda. Nos complementamos en el escenario y tengo mucho que agradecerle, y en el caso de este espectáculo, también a Francisco López.

--Ha vivido de cerca el resurgimiento del flamenco. ¿Se explica que haya estado tan desvalorado durante tantos años?

--Para mí siempre ha significado lo mismo, ha tenido el mismo valor. A mis 74 años aún sigo aprendiendo flamenco y me siento muy bien rodeado de la gente del flamenco. Estoy muy contento de trabajar rodeado de jóvenes artistas y de este mundillo ahora en Córdoba, en este teatro maravilloso.

--¿Le sorprendió el título que le otorgó la Unesco hace tres años?

--No. Considero que el flamenco es de aquí, de Andalucía, pero también está en mí y es algo del mundo.

--¿Cree que es un género más valorado fuera que dentro de España?

--Creo que sí. Esa fuerza interior del flamenco atrae a todo el mundo, llega a todos, es como el espíritu, no tiene fronteras.

--¿Existe alguna conexión entre la tradición cultural japonesa y el flamenco?

--Espiritualmente, sí.

--¿Qué le sigue sorprendiendo en la vida?

--Cada año me sorprendo menos, pero algunas veces me asusta la lección de humildad que nos da la naturaleza.