Bestial. La historia (escrita y dirigida por Pablo Trapero, uno de los directores más recomendables del Nuevo Cine Argentino), sus interpretaciones (sobre todo la del protagonista, Guillermo Francella -aquel actor que aparecía en 'El secreto de sus ojos' (2009) y casi ensombrecía al mismo Ricardo Darín-), la manera en que se ha puesto en escena este caso real de una familia (Puccio), durante la dictadura militar argentina e incluso un tiempo después, convertida en una organización dedicada al secuestro, extorsión y chantaje de personas que, una vez desembolsados los rescates, eran fulminadas después de la correspondiente planificación por parte del patriarca, un tipo al que los estamentos correspondientes han permitido ciertos abusos hasta el momento de su detención a principio de los ochenta. No obstante, lo que aquí se nos traslada es la relación familiar de este grupo de personas que viven tan 'normalmente' en una casa donde el padre repasa con sus hijas más pequeñas las tareas del colegio, relaja a su mujer las tensiones del estrés como profesora, mientras en el sótano sus víctimas sufren horrores. Y todos callan.

Pero, más concretamente, lo que esta dura y excelente película nos cuenta es la evolución del hijo mayor, un jugador de rugby de prestigio, desde su colaboración en cada uno de los planes criminales hasta el momento en que toma consciencia y su lucha por salir del entramado en que su padre le ha metido y que difícilmente podrá eludir, aunque aparezca en escena la chica de sus sueños como remedio para sus males y desvelos, incapaz de encontrar el camino para la fuga del mundo que le aprisiona, salvo cuando al final se nos sorprenda con un estupendo plano secuencia tras una reacción imposible de desvelar, aunque cualquiera la podrá descubrir investigando en este caso real, pues cualquier cosa que desvelemos del argumento no motivará sorpresa al ser hechos reales, publicados y resueltos por la justicia. Una crónica del mal. Bestial.