El poeta extremeño Basilio Sánchez se alzó ayer por unanimidad con el premio de poesía Ricardo Molina gracias al poemario titulado Cristalizaciones , un libro "sorprendente" muy "intenso y lírico" del que el jurado destaca "su excelente campo metafórico acerca del paso del tiempo, sin dejar lastre de la memoria o la pérdida y sin caer en la melancolía". También se resalta del libro ganador de la vigésima edición de este premio que una de sus constantes "es la conciencia de finitud" y que "resuena en los versos un sentido de la existencia desde una mirada filosófica que indaga e intuye el fogonazo del instante como la realidad más palpable".

Pablo García Baena, presidente del jurado, compuesto además por Jesús Munárriz, Concha García, Antonio Garrido y Juana Castro, destacó "el tono meditativo del libro, lo que prueba que detrás hay un poeta, alguien que indaga en lo que sabe o no alcanza a saber de sí", añadiendo que "desde el primer momento se tuvo como, indudablemente, el mejor libro presentado". Por su parte, Juana Castro señaló que es un poemario en el que "no chirría ningún verso ni sobra ningún poema". "Es un libro para leer y reeler", continuó la escritora cordobesa. Antonio Garrido dijo que se trata de un libro "poderosamente bien construido, muy elaborado, que denota la calidad de la palabra poética" donde el escritor se nutre "de muchas realidades" y este libro forma parte de "ese camino que intenta que la voz poética tenga perennidad".

La poeta cordobesa afincada en Barcelona Concha García destacó que los 191 poemarios que se han recibido han sido "bastante interesantes" y la mayoría de ellos transmiten el tiempo de crisis que estamos viviendo a través de un lenguaje que "nos lleva a cierta tristeza". "El pulso poético siempre va acompañado de la época histórica que estamos viviendo y eso también es interesante desde el punto de vista como lectora", concluyó.

El ganador del premio, dotado con 12.000 euros, nació en Cáceres en 1958 y con su primer libro, A este lado del alba , fue finalista del Premio Adonáis de Poesía en 1983. Tras un periodo de silencio de nueve años, en 1993 edita su segundo libro, Los bosques interiores , en el que se perfila ya el tono y los rasgos que singularizan su obra de madurez: una escritura que configura el territorio poético de la mirada interior y que hace de la contemplación un ejercicio de conocimiento. Este libro, revisado en profundidad, fue reeditado en el 2002. El resto de su obra poética está compuesta por los títulos La mirada apacible (Pre-Textos, 1996), Al final de la tarde (Calambur, 1998), El cielo de las cosas (Erex, 2000), Para guardar el sueño (Visor, 2003), Entre una sombra y otra (Visor, 2006) y Las estaciones lentas (Visor, 2008). También ha publicado el libro de relatos El cuenco de la mano (Littera Libros, 2007) y el conjunto de su obra poética está recogida en el volumen Los bosques de la mirada. Poesía reunida 1984-2009 (Madrid, Editorial Calambur, 2010).