La historia se repite. El río ha vuelto a ser objetivo de un francotirador del arte. Como en su día lo hiciera el famoso Hombre--Río, los habituales del puente de Miraflores se sorprendieron ayer con la misteriosa aparición de la figura de un bañista, en posición de salto, dispuesto a alzar el vuelo. Puede que quiera lanzarse al agua para buscar a su predecesor, o que pretenda entrenar para los Juegos Olímpicos de Londres, aunque de momento solo está claro que quienquiera que lo haya colocado trabaja rápido y a oscuras. Los camareros del Sojo aseguraban ayer que la escultura no estaba allí al cierre del local, a eso de las tres de la madrugada, por lo que los intrépidos artistas autores de la obra debieron madrugar bastante para su colocación (no exenta de dificultad), ya que hay testigos que afirman haberla visto a primera hora de la mañana. Una vez más, la rutina callejera se rompía con un elemento inquietante, de autor desconocido (los creadores del Hombre--Río han confirmado que ellos no han sido), según afirman sus autores, que causó entre los viandantes todo tipo de reacciones. Mientras los niños, encantados de la visión, se acercaban corriendo para ver de cerca al bañista de calzón largo, había quien observaba de lejos la figura hasta entender que no era nadie de carne y hueso. "Al verlo, he pensado que era un mimo, una estatua viviente, y que lo hacía bastante bien", comentaba Manuel, mientras su amigo Pedro explicaba que este tipo de actuaciones le parecen "una interesante llamada de atención y una forma original de hacer pensar a la gente". En la taberna El Paseo, junto a la Cruz del Rastro, el tema del día era la extraña figura. Clientes y camareros intercambiaban impresiones mientras se preguntaban sobre el proceso seguido para la instalación de la estatua. "Han tenido que bajar con unos arnés en plena noche". "O con una escalera", especulaban, al tiempo que los turistas hacían fotos sin saber muy bien lo que pasaba. Desde los coches particulares y en el autobús, la visión causó impacto suficiente como para volver la vista atrás. "¿Has visto eso? Es un hombre con una toalla". "Y vaya pinta", bromeaban algunos. Incluso la Policía dedicó unos minutos a la figura antes de pasar de largo.

Ahora solo queda esperar para conocer la reacción del Ayuntamiento y confiar en que el anclaje del bañista sea lo bastante fuerte como para que el pobre no acabe ahogado en el río.