El campo cordobés sigue clamando por más regadío tras acumular cuatro años secos que han dejado los embalses por debajo del 30% y que causaron daños en algunos cultivos. Los altos precios del aceite se han mantenido durante toda la campaña, lo que llevó la producción final agraria del pasado año a su máximo histórico en la provincia.
La agricultura cordobesa, una de las mayores despensas alimentarias de España, está marcada por dos variables que definen el presente, pero que también afectarán a su futuro. Por un lado, la influencia del agua se convierte hoy en un factor clave para el aseguramiento de las cosechas y la mejora de la rentabilidad de las producciones. Por otro, la tendencia hacia un monocultivo como el olivar, que si bien no llega a la situación de otras provincias y se mantiene una gran diversificación, está influyendo en el mapa de cultivos de la provincia desde hace años. A estas dos claves hay que unir también la enorme influencia de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), que representan un tercio de la producción final agraria (PFA) y que son objeto de debate tras el Brexit y el horizonte de su aplicación.
Córdoba ha acentuado durante este año sus peticiones a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y al Ministerio de Agricultura para que se tenga en cuenta la situación de la provincia, que es la que almacena más recursos hídricos en la cuenca del Guadalquivir y, por el contrario, es la que tiene menor superficie en riego respecto al espacio cultivado. Mientras que Jaén tenía en regadío el 37% de la superficie en cultivo y Sevilla alcanzaba el 32%, Córdoba solo llegaba al 14%, siendo superada también por Huelva (17%) y Cádiz (16%). Por eso, durante este ejercicio se han producido varias reuniones de la mesa del regadío para abordar el déficit histórico que presenta Córdoba.
MONTILLA-MORILES
Hay que buscar soluciones para frenar la reducción de la superficie de viñedo en el marco Montilla-Moriles y mejorar la rentabilidad de un cultivo que se está viendo muy afectado por la escasa incorporación de jóvenes a la agricultura y por la competencia de otros cultivos más rentables. El sector productor, junto a las bodegas, el consejo regulador y la Consejería de Agricultura se han reunido ya para adoptar medidas ante una situación que no es única de Montilla-Moriles, pues otras zonas como Jerez también están inmersas en una crisis que está provocando el arranque de la vid. Se da la circunstancia de que el viñedo es el único leñoso que ha reducido su implantación en la provincia, atendiendo a la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce). Esta estadística recoge que en la provincia hay 5.731 hectáreas de vid en el año 2016, 812 menos que una década antes. Como la reducción ha sido paralela en otras zonas, Córdoba se ha posicionado como la provincia con más vid en Andalucía al superar a Cádiz, que tiene solo 5.210. «Todos los años se están arrancando viñas y cada viña que se arranca ya no se planta después por la rentabilidad de otros cultivos como el olivar», afirma Javier Martín, presidente del consejo regulador Montilla-Moriles. Tras una primera reunión con el secretario general de Agricultura a finales de julio, a comienzos de septiembre hubo otro encuentro con el consejero de Agricultura. «Se ha creado una mesa de trabajo y las propuestas se dirigen a la puesta en marcha de un plan de ayudas directas a los viticultores», añade Martín.
El presidente del consejo regulador recuerda que en el marco se estuvo muy cerca de las 20.000 hectáreas y hoy se encuentra en 5.000. «Está bajando de una manera muy preocupante», remarca. En este sentido, el delegado de Agricultura, Francisco Zurera, habla de «momento crítico». «Nos estamos adaptando a la viña en espaldera, pero no es suficiente. Falta una mayor comercialización. No puede haber tantas cooperativas en Montilla-Moriles para la pequeña producción que tenemos. Es necesario profesionalizar el sector, mirar al futuro y tomar decisiones. No es lo mismo una cooperativa de 2017 que una de hace de treinta años», indica.
