Antonio Deza tuvo un papel muy activo en la gestación de uno de los más ambiciosos proyectos empresariales de la ciudad en los últimos años, el centro comercial Zococórdoba, en la zona de Poniente. Un episodio de su vida que, al igual que otros --sobre todo el de repartir más de 15.000 millones de pesetas gracias a un premio de la lotería de Navidad--, le supuso momentos agridulces. "La idea nació en la asociación que habíamos creado un grupo de comerciantes desde Apepmeco, con Pepe Calzado al frente, un gran aglutinador --recuerda--. También fueron hombres importantes en la asociación José Fuentes Guerra y Rogelio Luque. Estábamos en plena transición, en los años setenta, y desde el Ayuntamiento se nos propuso la idea de hacer un centro comercial con capital cordobés frente a un nuevo hipermercado que quería establecerse en la zona de Poniente, rompiendo lo previsto en el Plan General de Ordenación Urbana. Nosotros asumimos el reto pero cometimos un error y fue el ser nosotros los dueños de los locales".

--¿Y eso es malo?

--Sí, porque eso implica que abren y cierran cuando quieren, una anarquía. Nos lo advirtieron pero yo decía que eso no podía ser, que la gente no es estúpida, pero la realidad demostró que sí lo es. Aquel proyecto quedó empantanado, más que alabanzas recibió críticas de otros comerciantes. Pero al final ahí está, y durará muchos años porque tiene un enclave extraordinario y porque hemos puesto toda el alma en ello.

--El premio de la lotería que repartieron sus supermercados tuvo mucho que ver en el empuje final del proyecto, ¿no?

--No, para mí el premio fue casi una tragedia. Lo positivo es que aquellos 15.120 millones de pesetas solucionaron muchos problemas en una época que tampoco era boyante. Pero a mí personalmente aquello me desbordó. Cada papeleta tenía como premio 2.400.000 pesetas, digamos que era el billete más grande que existía en el país. Estaba sin firmar, y lo más fácil era falsificarla, cosa que gracias a Dios no ocurrió. Pero como eran tantísimas papeletas, tantísimo dinero y tantísima gente se produjo un tremendo movimiento especulativo. A mí me tocó apechugar con todo aquello y estaba agobiado, venía gente de dentro y fuera de España con maletas llenas de billetes a querernos comprar décimos. Y a la banca se le desató la codicia en esta ciudad, mientras la gente nos acosaba queriendo cobrar cuanto antes.

--Bueno, algo bueno tuvo la lotería para usted, y es que le sacaría un buen pellizco, ¿no?

--Muchísimo menos de lo que cualquiera se pueda imaginar.

--Sin embargo, se dijo que gracias a la lotería pudo acelerar el viejo proyecto del Zoco.

--Pero es totalmente incierto, lo podría demostrar con documentos. Yo tenía dos temores con todo aquello: el primero la honra de mi familia y que se viniera a pique toda una vida de trabajo, y el segundo, lo digo por primera vez, que si hubiera aparecido una sola papeleta falsa y hubiera habido el más mínimo problema, habría habido que suspender el pago, lo que hubiera supuesto un escándalo internacional.