Para el soldado Antonio Gómez esta será la primera vez que participe en una misión, por eso señalaba que sentía "emoción y nerviosismo", porque no sabe cómo será aquello y cómo le irá con los compañeros, pero se muestra ilusionado con cumplir con su deber. El lado amargo, tener que dejar a la familia, sobre todo a su mujer, María, y su niña de seis meses. Su esposa, decía que aunque era la primera vez, "prefiero que sea a Líbano que a otra misión más complicada".

Distinto es el caso de la cabo María José Arribas Pérez, que con muy pocas palabras explicaba que ya es la tercera misión en la que participa y que por eso se marcha tranquila y "con mucho ánimo". Su madre, asiente y aunque asegura tener como siempre su "pellizco", lo asume porque reconoce que "es su trabajo". Tampoco es la primera vez para el sargento Miguel Benítez ni para el soldado Antonio Palomo que también manifiestan esa dualidad de sentimientos.

En el caso de Palomo, su mujer, Carmen González, señalaba llevarlo "regular" porque "ahora son seis meses lo que estarán fuera, es más largo, y como tenemos un niño pequeño se hace un poco más duro".

Esa era la tónica general ayer en Cerro Muriano, sentimientos encontrados, el de la ilusión y el compromiso con un deber, el profesional, y el alejamiento de la familia. Sin embargo, el ambiente era festivo y no faltaron brindis, celebraciones, fotos, sonrisas, alguna lágrima y no pocos besos.