Habrá habido en la historia miles de caimanes más temibles. Cientos de caimanes más sanguinarios, pero pocos habrá más famosos que el caimán de la Fuensanta. Tantas leyendas encierra el cuerpo maltrecho del bicho expuesto aún en la entrada al santuario, que cuando llega septiembre, cada cual se siente libre para reinventar su pasado célebre. «Cuéntame la historia del cocodrilo, abuelo», escuché ayer a una niña, incapaz de distinguirlo de un caimán. Una frase que se repite de año en año y hace posible en pleno siglo XXI el intercambio intergeneracional. A falta de una versión cien por cien fidedigna, cada cual cuenta lo que quiere. «Dicen que fue un caimán que cazó un cojo con su muleta después de comerse a mucha gente en el río» sería la más certera, aunque también hay quien cuenta que «un cazador furtivo lo trajo de América», y quienes han oído que «el caimán fue una ofrenda a la Virgen que le hizo un preso cuando consiguió el indulto»...

Fuera cual fuera la verdadera historia, lo cierto es que el reptil, pese a su malita cara, sigue dando juego. Prueba de ello es la llamada Ruta del Caimán, que celebra este año su octava edición y que se ha convertido en una de las mayores atracciones de la fiesta. De las 400 plazas ofertadas el año pasado, el Club de Piragüismo ha pasado este año a 720 y aún así, solo hicieron falta un par de horas para que se cubrieran todas. «A las siete y media de la mañana, había gente esperando para apuntarse», explicó ayer Luis María López, presidente del club. En turnos de 40 personas distribuidas en 20 embarcaciones, los primeros piragüistas salieron a surcar las aguas del Guadalquivir a primera hora de la mañana. «Es una experiencia inolvidable, a los niños les ha encantado», aseguró Miguel recién salido del agua, que dijo no haber visto rastro de caimanes en la zona. «Los que se hayan quedado con ganas, que sepan que el Club de Piragüismo funciona todo el año y que ofrecemos todo tipo de actividades», aclaró López. La otra atracción de la Velá son las campanitas de cerámica. Sí, un artilugio que antaño hacía las delicias de los niños, pero que en plena era digital, la verdad, atraen menos. De ahí que el Consejo de Distrito opte por revisar la tradición y ofrezca talleres en los que da una vuelta a la cuestión. Más de un centenar de niños pintaron su propia campanita para llevársela a casa y otros tantos dieron color a dibujos que compondrán una manta que se enviará a los campamentos de refugiados. Cabe recordar que el leit motiv de esta Velá es buscar la solidaridad con los refugiados y a ellos también se enviará un árbol con huellas de los niños que ayer estamparon su marca en la Isla del Pocito. Mientras unos se manchaban las manos con mil colores, otros derrocharon ayer adrenalina en las atracciones infantiles instaladas en la avenida, que al ser festivo abrieron desde el mediodía.

‘SARDINÁ’/ Pero el momento álgido de la tarde llegó a la hora del almuerzo con la sardiná, que este año ha sustituido el 8 de septiembre a la clásica huevá, suprimida en esta edición por las altas temperaturas, que hacían poco recomendable cocinar huevos. A cambio, una cuadrilla de jóvenes de la asociación San José Obrero liderados por su presidente, Manuel García, prepararon nada más y nada menos que cien kilos de sardinas «frescas, frescas para combatir el calor» que repartieron de forma gratuita entre los numerosos comensales reunidos para el festín. «Como nosotros no podíamos hacer la huevá, la asociación de Linares (situada también en el barrio) se ha encargado este año de preparar huevos fritos, montaditos de lomo y arroz». Entre una y otra oferta gastronómica, nadie se fue ayer de la Velá con hambre.

Las degustaciones gratuitas no acaban ahí. Mañana sábado tendrá lugar a partir de las 13.30 horas una gazpachá, que dará paso a una fiesta de la espuma y el domingo en el mismo sitio y a la misma hora, una salmorejá. Todo muy fresco, pese a que las temperaturas parecen haber dado una tregua y el fin de semana será algo más llevadero que los días pasados.

Sobre las palabras del obispo, muy crítico ayer en su homilía con el Ayuntamiento, los organizadores de la parte lúdica lanzaron un mensaje de concordia: «No se entiende la polémica, el santuario está abierto a quien quiere ir a misa y el que no, tiene muchas actividades más, así que una cosa no quita la otra, lo importante es pasarlo bien, hay gente y tiempo para todo». Pues ya está.