-Permítame que empiece por el aspecto anímico. ¿Está a gusto en su cargo? ¿Está cómoda?

-Sí (ríe). Afortunadamente eso para mí es muy fácil. Hago algo que me gusta, porque me gusta tremendamente trabajar para los demás. Siempre me ha gustado. Ahora, desde la política, pero antes, desde siempre, en movimientos juveniles, vecinales... Siempre me he implicado y... ¡Vaya!, ¡Que no me cuesta!

-Quizá he pecado de obvio al comenzar la entrevista, porque eso de estar contenta, si me lo permite... se le ve.

-Es que en política, como en todas las profesiones, si estás feliz se nota. Si estás contenta con lo que haces (dentro de que hay miles de problemas, miles de ocasiones que te arañas y te preguntas «¡Dios!, ¿por qué pasa ésto?»), lo que importa es que haces algo que te gusta y que sientes que es bueno para tu tierra.

-Pues ahora, vayamos al grano. ¿Qué le parece si, antes de tratar algunos temas claves le pido una visión general para situarnos, un balance global de los dos años de gestión que ahora se cumplen por parte del gobierno de la Junta en Córdoba?

-Pues para mí ha habido dos claves: la primera... resistencia. Resistir ante la falta de financiación para preservar lo que son los servicios públicos y las garantías de los derechos universales y gratuitos que tienen todos los ciudadanos y que nosotros, además, nos hemos empeñado en salvaguardar para que la excusa de la crisis no se los llevara por delante. Y segundo: desbloquear temas importantes en Córdoba. Y me refiero al Palacio de Congresos, la Ciudad de la Justicia...

-Empecemos tema por tema, empecemos, por ejemplo, con Ronda del Marrubial. Ya hay críticas de que la primera fase de esta reforma, a acometer junto al Ayuntamiento, es muy ‘cortita’.

-Es normal que haya críticas porque los ciudadanos, u otra administración, es normal que quieran todo y cuanto antes. Y más cuando nos han transmitido que se lleva muchos años esperando. Nosotros también lo queremos, pero es verdad que cuando estalló la crisis en materia de infraestructuras hubo que parar. Eso no quita que estemos contentos porque podemos empezar ya a hacer la obra por fases, con una intervención que va a beneficiar no solo a la zona, sino a toda Córdoba.

-Otro caso de proyecto en colaboración con el Ayuntamiento, además de otras instituciones y firmas, es el de Rabanales 21.

-No es un caso muy diferente al de todos los proyectos de centros tecnológicos en Andalucía, que se vieron afectados por la crisis, una época que se ha llevado por delante a muchas empresas y... a muchos centros tecnológicos también. En Rabanales 21 estamos aguantando el tipo, estamos haciendo lo que podíamos hacer, presentar el preconcurso para ver las vías de solución que pueda tener el parque. Hacer lo que debíamos hacer con nuestra corresponsabilidad como patronos. Ya se ha evitado el concurso, que hubiera sido un desastre. Ahora todos los patronos tenemos que poner de nuestra parte para salvar un instrumento tan importante para el desarrollo y la generación de empleo.

-También es de actualidad la próxima puesta en servicio de la Ciudad de la Justicia.

-Es un éxito de la colaboración público-privada, una fórmula que sirve cuando lo público no puede hacer inversiones tan cuantiosas, pues se pone sobre la mesa una fórmula que se ha defendido, y ha defendido la propia presidenta, Susana Díaz, que ha hecho posible la Ciudad de la Justicia. De hecho, a final de mes habrá un acta de recepción de esa obra y el contrato para la mudanza se adjudica en unos días. Los plazos se cumplen y en la primavera del 2018 esta ciudad contará con unas instalaciones que van a mejorar tremendamente uno de sus derechos, como es el derecho a la justicia, además de mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores y de ser un revulsivo para el barrio. No hay más que ver cómo se están ocupando y abriendo negocios ya.

-¿Y respecto a la actual Audiencia y al anuncio de que albergará en el futuro, tras una inversión de 10 millones, distintas delegaciones y servicios de la Junta?

-Es un primer avance del plan, porque se irá allí todo lo que es la Delegación del Gobierno con las competencias y servicios que tenemos, además de Justicia, Hacienda y la Delegación de Economía, con Empleo y Comercio. Lo importante es que ya no hay duda de que ese edificio va a ser sede administrativa de la Junta de Andalucía, que mejorará la atención al ciudadano, más aún con la cercanía al edificio de las delegaciones. Pero además de atender al ciudadano, nos va a permitir un ahorro, al prescindir de centros que tenemos alquilados a particulares, y en tercer lugar, como se lo comenté a la junta de personal, beneficiará a los trabajadores. Son 530 los funcionarios que van a ir allí... Nos vamos a beneficiar todos: los ciudadanos, la propia Administración y los trabajadores.

-Pues cuando oigo hablar de reformar un edificio público... Me echo a temblar. Lo digo por el Palacio de Congresos de la calle Torrijos. Y ya sé que la Junta no es la única administración que ha tenido un problema así.

-Bueno... yo siempre digo que hay que tener en cuenta los momentos. Debemos recordar cuándo se emprendió esa obra, cómo estaba el sector... ¡A ver quién me puede citar, con los dedos de una mano, cuántas empresas de la construcción recuerda que han sobrevivido a la crisis! Se juntaron las pocas posibilidades que tenían las administraciones, la imposibilidad de las empresas de trabajar con ciertos márgenes y, al final, era muy difícil realizar lo que se había comprometido. Así, y esas son las reglas del juego, cuando uno concurre a una licitación por un precio es porque está en condiciones de hacer eso por ese precio. Y si no ... hay que ir a rescindir el contrato. Eso pasó tristemente para la empresa y para la Junta. Y aún fue más lastimoso para Córdoba y los cordobeses, porque no me duele reconocer que hemos perdido durante todo ese tiempo un instrumento al servicio del desarrollo turístico y del desarrollo económico y cultural de la ciudad.

-De hecho, quizá sea el mayor reproche que se le ha hecho a la Junta en Córdoba en esta etapa.

-Y es un reproche que debemos de asumir. Pero no debemos perder esa perspectiva a la que me refiero del momento y las circunstancias que se atravesaban. Ahora, tengo toda la confianza puesta en Tragsa. Y va a salir bien sí o sí. Se ha hecho público ante todos los cordobeses, asumieron el reto y dijeron que «de aquí no nos vamos hasta que se termine el trabajo». Y ya estamos trabajando en el plan funcional, negociando en paralelo con los agentes turísticos y sociales y apostando por la colaboración público-privada.

-El problema del Palacio de Congresos ha dado pie (con o sin razón, no digo nada) a críticas de descoordinación. Y justo la labor de coordinación de la Delegación del Gobierno es clave, tanto con otras delegaciones como con administraciones y con los propios ciudadanos. ¿Qué balance se puede hacer de este trabajo?

-Pues, francamente, y empezando por la propia Junta, no es fácil, porque la Junta es una administración muy grande como es muy grande Andalucía, no lo olvidemos. Solamente en Córdoba tenemos unos 23.000 empleados públicos entre funcionarios y laborales y… es complejo. La cantidad de servicios que hay que coordinar es tremenda. Pero cuando uno quiere… Yo le pido a mis delegados que cada día trabajemos con ilusión, con entusiasmo y, sobre todo, ser muy persistentes. Tenemos que seguir mejorando en la capacidad de anticiparnos a los problemas. Para eso, y ya respondo a la otra parte de la pregunta, hay que estar muy cerca del ciudadano. Todos tenemos que ver cada día cómo sienten los ciudadano los servicios que les estamos prestando y cómo viven esos servicios. Yo estoy convencida de que cuando hay cercanía y se le deja a la gente participar... todo es mucho más fácil.

-¿Y respecto al resto de administraciones?

-No creo ser muy atrevida si digo que la Junta de Andalucía tiene alturas de miras. Y con la Diputación, con el Ayuntamiento de la capital o la Subdelegación del Gobierno hemos dado muestras de que con la coordinación y lealtad institucional se logra más, mucho más, que pegando codazos entre nosotros. Así lo he entendido siempre y... me ha dado resultado.

-Eso parece coincidir con el espíritu de la transición, muy reivindicado en estos días.

-Bueno… es que es importante. Tenemos un sistema democrático que quizá debe de seguir madurando. Todos estos cambios sociales, económicos… son síntomas de que el sistema político quizá debe también de madurar. Pero sin perder la esencia, esa de que las instituciones representan a los ciudadanos, de que cada uno de los responsables públicos, independientemente del partido con el que haya llegado al cargo, nos debemos a los ciudadanos. Si eso se tiene claro, sale de dentro esa lealtad, ese entendimiento entre instituciones. Yo soy demócrata y socialista, por ese orden.

-Pues eso me da pie para preguntar algo fuera del ámbito institucional. Porque como socialista, ¿teme que el PSOE Andaluz, y con él en cierta forma el gobierno de la Junta, se haya debilitado tras los cambios vividos en el partido?

-Yo creo que es impensable que algo orgánico afecte a un gobierno, precisamente por lo que hablábamos antes… Demócrata y socialista. Soy una defensora de las instituciones y de sus gobiernos, que salen de los ciudadanos con derecho a voto, mientras que las direcciones orgánicas de los partidos salen de los militantes. No, no, no… No es bueno mezclar ambas cosas, ni los intereses, ni dejar que eso pueda perjudicar.

-Si no digo siquiera que eso sea bueno o malo. Lo que pregunto es si eso puede llegar a ocurrir.

-El Partido Socialista de Andalucía tiene que defender el interés de Andalucía y de los andaluces. Esa es mi premisa. Eso es lo que defiendo y seguiré defendiendo. Nosotros, como gobierno de Andalucía, habiendo tenido la confianza de todos los andaluces en la opción política que representamos, tenemos la obligación de estar a la altura de lo que la mayoría de los andaluces esperan.

-Volviendo a lo institucional, el último ‘terremoto’ han sido las recientes medidas anunciadas por la presidenta, Susana Díaz.

-Son treinta medidas pero, si me permite, yo señalaría tres: Primero, el tema de los jóvenes y del derecho a cursar estudios universitarios independientemente de las posibilidades económicas que tenga tu familia. Eso es fundamental. Eso es una revolución en la que de nuevo Andalucía es pionera. Segundo: una salida de la crisis justa, no dejando a los ciudadanos en la cuneta, con la renta mínima de inserción. Y la tercera: considerar el emprendimiento un derecho. Hay mucho potencial, hay mucho talento en Andalucía. Y si hemos formado a nuestra gente, si tenemos la aspiración de seguir formando a todo el mundo… todo ello hay que canalizarlo a la creación de empleo mediante el emprendimiento en todas sus facetas.

-Tras hablar del pasado y del presente, cerremos con el futuro. ¿Qué se puede esperar del Gobierno de la Junta en Córdoba?

-Pues espero no seguir luchando contra esa resistencia, que la financiación se desbloquee, y emplear los recursos para seguir impulsando proyectos para los cordobeses. Se trata de contribuir al bienestar de los ciudadanos. Y mire… terminamos como empezamos, con los dos puntos claves del trabajo que se ha hecho. Y con el espíritu que me mantiene alegre y motivada. Si no fuera así, si no me ilusionara, no tendría sentido estar teniendo el honor de representar al Gobierno de Andalucía.