Bien es sabido que la multifuncionalidad de internet es mayor que una navaja suiza. Pues bien, hay individuos que, sin solución de continuidad, pasan del güisqui de las dobles uves, a las tres uves dobles que te enganchan a un portal para adquirir una bandera del aguilucho. Otros prescinden del prolegómeno del copazo para abanderar la una, grande y libre. Como todo lo que se puede vender, las banderas preconstitucionales zoomorfas las fabrican en China. Yo no me creo que los chinos sean tan ingenuos para pensar que, al igual que ellos han entrado en el año del cerdo dorado, nosotros revivamos los tiempos del águila franquista. ¿Y aún son los chinos comunistas? El business está por encima de todo, ya se trate de comerciar con los Mobutus africanos, o de facilitar el género a los nostálgicos del Alzamiento. Las otras banderas preconstitucionales --las republicanas-- son más domésticas, tal que el jabón que hacía la abuela con sosa, o comprarlas en un tenderete del mercadillo, lo que induce a pensar que sus vendedores son más coherentes que los chinos. La bandera de la rapaz han de ofrecértela en la trastienda, como hacen en las películas, cerrando el postigo para que puedas adquirir una Mágnum y su correspondiente munición. Fuera de ello, o de Internet, a estos sucedáneos del Requeté solo les queda la alternativa de profanar el espíritu de Mariana Pineda , bordando banderas inversas. Algunas exaltaciones en la manifestación del sábado acaban justificando las filas prietas de la contraparte, pese a saber que las úlceras por la disconformidad serán siempre infinitamente menos que sus tragaderas. Pero ese es el riesgo de los conservadores, por ser avariciosos y controlar que nadie le rebañe votos por la derecha.

* Abogado