Vencer la anorexia y la bulimia es una carrera de fondo cuya meta parece inalcanzable, pero no imposible. En este recorrido la principal víctima es quien padece el trastorno de la conducta alimentaria, pero también se ven afectados familiares, amigos y todo el entorno de la persona. Paco tiene una hija de 16 años, que lleva dos años tratándose en la Unidad de Salud Mental Infanto Juvenil (USMIJ) de un trastorno de la conducta alimentaria. "Mi niña tenía 14 años y de repente empezó un día a decir que no quería comer, que la lleváramos al médico para que la pusiera a dieta. El pediatra Francisco Sánchez Ruiz nos comentó que su caso era típico de anorexia y que no discutiéramos con ella de la comida. A través de este médico nos derivaron a Salud Mental. Los comienzos fueron muy duros. No quería comer y era un suplicio para todos. Había que pesar el contenido de cualquier plato y teníamos unas discusiones tremendas", relata este padre. "Poco a poco con grandes dosis de cariño, pero también de rigidez, conseguimos que fuera comiendo los alimentos de las dietas especiales que diseñaron para ella. Sin embargo, en los primeros momentos perdió tanto peso, que casi a punto estuvo de quedar ingresada. Ahora ya no tenemos que controlarla tanto. Antes estábamos hasta 7 y 8 horas supervisando lo que tomaba en las 5 o 6 comidas que le programaban. He llegado a estar junto a ella una hora solo para que se comiera 4 galletas", cuenta Paco. "Te dicen que no le regañes, pero no puedes evitar comentarle que se ponga en el plato más comida. Afortunadamente está evolucionando bien y con un poco de suerte puede que le den el alta antes de final de año. Ahora mismo está estable y ya no tiene tanto miedo a comer", señala.

El caso de esta chica es uno más entre los aproximadamente 200 que la USMIJ tiene en seguimiento en la actualidad. Las pacientes con TCA que necesitan hospitalización quedan ingresadas en el hospital Reina Sofía, con cargo al servicio de Endocrinología, salvo que la comorbilidad psiquiátrica sea muy grave, en cuyo caso su hospitalización se produce en la Unidad de Salud Mental del Hospital Provincial cuando son adultos y en una específica que existe en el hospital de Jaén para los enfermos infanto-juveniles. Además de la anorexia y de la bulimia, existen otros trastornos que se asemejan a los TCA en la preocupación por la imagen corporal, tales como la vigorexia, que es un deseo desmedido por estar musculoso que lleva a hacer ejercicio físico compulsivamente y a tomar en ocasiones sustancias nocivas para la salud para desarrollar los músculos. Este trastorno puede producir graves alteraciones orgánicas, sobre todo si se asocia con la ingesta de tetosterona u otros productos.