Historia de Córdoba

El 'jardín del obispo', el tesoro escondido tras el muro del Campo Santo de los Mártires

El Ayuntamiento quiere recuperar para la ciudadanía el espacio verde que formó parte del Palacio Episcopal y que fue uno de los jardines más antiguos y bellos de la ciudad

Jardín del Palacio Episcopal de Córdoba.

Jardín del Palacio Episcopal de Córdoba. / José García Córdoba/Biblioteca Municipal de Córdoba

Irina Marzo

Irina Marzo

El Ayuntamiento de Córdoba quiere derribar el muro del Campo Santo de los Mártires y recuperar como espacio verde lo que fue conocido como el jardín del obispo, que formaba parte del antiguo Palacio Episcopal, y al que se accedía por una portada adintelada de piedra del siglo XVIII que aún se puede ver desde la avenida de Fleming y que fue cegada posiblemente durante la Segunda República. Las fotos que hoy se conservan de aquel espacio se encuentran en el Archivo Histórico Municipal de Córdoba y son imágenes de 1862 pertenecientes a la colección de García Córdoba, previas a una visita de Isabel II a la ciudad.

Los historiadores y cronistas han descrito la belleza de este espacio que, junto con la Alameda del Obispo, era uno de los jardines más antiguos de la ciudad. En la actualidad, de todo aquello quedan apenas algunos vestigios, ya que cuando el espacio pasó a ser de titularidad pública y se llevó a cabo la obra de la biblioteca en los antiguos graneros del obispo, no se culminó el proyecto de rehabilitación del jardín. Desde entonces, en los últimos años ha servido de aparcamiento hasta el traslado de la biblioteca al nuevo edificio dedicado al Grupo Cántico, junto a los jardines de Los Patos.

Recuperar el esplendor

El Ayuntamiento tiene ahora la posibilidad de recuperar parte del esplendor de unos jardines que, con motivo de la visita de Isabel II a Córdoba, eran descritos así en el libro La Corte en Córdoba por el cronista Luis Maraver y Alfaro: «El jardín estaba adornado con el mayor gusto. En el centro se alzaba una elegante gruta y sobre ella una vistosísima corona real con multitud de bombas de cristal raspado que iluminadas producían un efecto sorprendente. A los extremos de ella había cuatro lindísimos templetes con vistosísimos juegos de aguas que caían en otros tantos estanques. Infinidad de faroles de colores formaban graciosas guirnaldas (...), formando un todo del más delicado gusto; miles de macetas con preciosas y aromáticas flores lucían por· todas partes y embalsamaban la atmósfera». 

Un espacio por donde pasó la historia

Una de las autores que más profusamente han investigado este espacio es Rocío Velasco, profesora de la Universidad de Córdoba (UCO), que escribió la tesis El palacio episcopal de Córdoba: historia y transformaciones. Experta en arquitectura palaciega, sitúa el origen primitivo de este jardín en el siglo XV, aunque la configuración de la que se hacían eco las crónicas de la etapa isabelina es del siglo XVIII. En su obra, Rocío Velasco señala que autores como Gómez Bravo, Ramírez de Arellano y Ramírez de las Casas-Deza recogen en sus escritos que en el año de 1714 se comenzó una de las más notables transformaciones del jardín del obispo, que amplió el primitivo vergel hacia el Campo Santo de los Mártires.

El Palacio Episcopal se abría al jardín a través de cinco puertas, trasformadas cuatro de ellas en ventanales durante las obras del arquitecto Carlos Luca de Tena (ya en el siglo XX), permaneciendo en su parte central la puerta que comunica el jardín con la escalera atribuida a Verdiguier. Al norte, el jardín limitaba con los restos de la muralla del Alcázar Andalusí.

Trazado renacentista

Rocío Velasco cuenta en su libro que el jardín del Palacio Episcopal, aunque del siglo XVIII, "mantuvo o debió tener un trazado similar al de los jardines renacentistas españoles de finales del siglo XVI, cuyo diseño, a su vez, se basa en los jardines medievales peninsulares de reminiscencias árabes, y en el concepto de Paraíso Terrenal basado en la lectura del Génesis II, influenciado a su vez, por la tendencia renacentista italiana presente en la utilización de las fuentes, e incluso en la disposición de la escalera del jardín; y por los jardines franceses del renacimiento vigentes en el esquema geométrico a través de parterres de boj".

Así, según su descripción, "el diseño de este tipo de jardín se configuraba geométricamente mediante cruces ortogonales de sendas que dividen el espacio ortogonalmente en veinticuatro parterres cuadrangulares o cuadrados de boj. Los cuatro parterres centrales conformaban un jardín de crucero con una fuente central de taza árabe sobre piedra renacentista (al estilo de la fuente del Patio de Lindaraja de los Jardines de la Alhambra) en la intersección de los ejes principales y otras cuatro fuentes menores en cada uno de los cuatro sectores colindantes".

Para qué servía

Siguiendo las tesis de la profesora de la UCO, el jardín fue hasta el siglo XVIII "un lugar de recogimiento y meditación" al estilo de los claustros medievales, pero en el momento en que se abrió la puerta del jardín que da a Campo Santo de los Mártires, su concepción cambia. "La finalidad es ahora la de servir de vestíbulo o antesala al aire libre, para aquellos que habían sido concertados para audiencia con el obispo de la diócesis".

La misma autora señala que en el jardín del Palacio Episcopal se representaba "la idea del jardín ontológico y teológico; tanto el diseño como el ornato del jardín, llevaban implícito un mensaje, la exaltación y glorificación del obispo, es decir que, antes de entrar en el Palacio propiamente dicho, ya se está avisando al concertado que se va a presentar a una eminencia, aún alto poder eclesiástico, al representante de Dios en esta diócesis".

Un rico tesoro arqueológico

La riqueza de este espacio es, con todo, muy anterior al jardín del obispo, como pusieron de relieve los trabajos arqueológicos realizados entre 1961 y 1962 por Félix Hernández y Rafael Castejón, siendo alcalde Antonio Cruz Conde. Aquellas catas se produjeron a raíz de la identificación de los restos de los baños califales que fueron hallados en las excavaciones de 1903, a raíz de las plantaciones de árboles que tuvo lugar en esta plaza, como dependencias del Alcázar Andalusí.

La remodelación realizada en los años 80 que dio origen a la Biblioteca Provincial tal y como la conocemos hoy, de Rafael Prieto y Luca de Tena, incluía la recuperación del jardín, pero no se llevó a cabo. Tan solo se hizo una pequeña intervención botánica de mantenimiento.

Cómo podría recuperarse el jardín

Rafael Prieto y Luca de Tena proponían en su proyecto --tal y como recoge Rocío Velasco--que al menos los muros oeste, sur y este estuvieran cubiertos por plantas trepadoras de bouganvillea sanderiana. "En los cuatro ángulos de cada parterre (24 en total), compuesto de boj sempervirens, con un espesor de ente 50 y 60 cm., se disponían columnas de piedra artificial y sobre ellas, cuencos de barro con pelargonium pectatum de color rosa. El interior de los parterres, era ocupado por naranjos, una thuya, plátanos orientales, magnolios, nimperas, laureles, trachycarpus, lantana delicatisima y rosales".

La recuperación del jardín incluía sólo 22 de sus parterres. "En el interior de cada cuadrante, se colocarían únicamente especies arbóreas, entre las que destacaban: la jacaranda, el ciprés piramidal, las palmeras wasingtonias de 12 m. de altura y el agapanthus. Como marco de las cuatro fuentes centrales, proyectaron alelíes, petunias, etc.; los cuatro cuadros con el mismo tono de color".

Al mismo tiempo, se proponía la introducción de este espacio verde en el conjunto urbano de la ciudad mediante la sustitución de la tapia que actualmente lo cierra por "una verja inspirada en el cancel de hierro que hay en el cercano Triunfo de San Rafael, obra de Miguel de Verdiguier".

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