Todos los que conocen a Javier Campos lo han visto siempre observando, preocupado porque el servicio, la atención hacia los demás, no se relajase.

Su vocación ha sido siempre la de servir a los demás, pero desde un lugar privilegiado que han asumido los cordobeses como su propia casa. Cuando llegamos a la entrevista está de mudanza en su casa, una vivienda que surge de la ermita de la Candelaria. En la puerta está su hermano Pepe, que continuará el legado familiar que ahora deja Javier Campos, este cordobés de 50 años que ha dedicado media vida a la gerencia de la centenaria empresa de la calle Lineros. Javier emprende un nuevo proyecto profesional en Málaga, como hizo hace tantos años ya su tío Paco, la persona que siempre aparece en las conversaciones de cualquier Campos para hablar de uno de los principales pilares de la bodega. El exgerente de Bodegas Campos, que sigue como accionista, pasará a la historia de la sociedad como la persona que impulsó su gran desarrollo. Cuando él llegó eran 4 trabajadores y la facturación rondaba los 45 millones de pesetas. Hoy, el equipo humano lo integran unas 100 personas y la firma, que ha diversificado su negocio y se ha expandido a otras provincias, factura entre 10 y 12 millones de euros.