Se acabó tirar ropa: el truco definitivo para eliminar las manchas de sangre

Con este método, podrás dejar tus prendas como nuevas aunque se manchen de sangre

Mancha de sangre

Mancha de sangre

Las de sangre son una de las manchas más difíciles de eliminar de la ropa. Junto con el vino, el chocolate, la tinta, el aceite o la grasa este tipo de percances son los que más cuesta quitar de las prendas de ropa.

Las manchas de sangre son especialmente difíciles de quitar debido a su composición química y a las características físicas de la sangre, que contiene proteínas y enzimas que pueden coagularse y adherirse fuertemente a las fibras de los tejidos, lo que dificulta su eliminación.

Al contener proteínas como la fibrina, que se coagula y forma una especie de red que atrapa las células sanguíneas, se forman redes de proteínas pueden hacer que la sangre se adhiera firmemente a las fibras del tejido, lo que dificulta su eliminación mecánica. Por otra parte, los glóbulos rojos (hematíes) en la sangre también pueden adherirse a las fibras de los tejidos y estos contienenpigmentos como la hemoglobina, que pueden dejar manchas de color sobre la superficie.

Además, la sangre puede penetrar en las fibras de los tejidos, incluso en las fibras más finas, lo que dificulta la limpieza superficial y puede requerir una limpieza más profunda. Por si fuera poco, también contiene hierro que puede oxidarse al entrar en contacto con el aire y causar un oscurecimiento de la mancha con el tiempo, lo que dificulta aún más su eliminación.

El truco definitivo para eliminar manchas de sangre

Uno de los trucos más efectivos para eliminar manchas de sangre es actuar rápidamente y enjuagar la mancha con agua fría. Cuanto antes, mejor: en cuanto notemos la mancha de sangre hay trata de limpiarla lo más rápido posible. Las manchas frescas son más fáciles de eliminar que las que han tenido tiempo de secarse y fijarse en las fibras.

Después hay que sumergir la prenda o el tejido manchado en agua fría o colócala bajo un chorro de agua fría. Ante todo, hay que evitar el agua caliente, ya que el calor puede coagular las proteínas de la sangre y hacer que la mancha sea más difícil de quitar. Una vez esté húmeda, hay que frotar suavemente: bien con los dedos o bien un paño limpio para aflojar cualquier residuo de sangre. Evita frotar con demasiada fuerza ya que se podría dañar las fibras del tejido.

Si la mancha no sale, hay que aplicar una solución de limpieza como unas gotas de detergente líquido suave. También se puede usar una solución de peróxido de hidrógeno diluido (1 parte de peróxido de hidrógeno al 3% con 2 partes de agua fría) y aplicar la solución directamente sobre la mancha.

Finalmente, tras dejarla actuar un tiempo, hay que lavarla como de costumbre y revisarla después para verificar si la mancha de sangre ha desaparecido por completo antes de ponerla en la secadora. Si la mancha persiste, es importante no secarla, ya que el calor de la secadora puede fijar permanentemente la mancha en las fibras.