El bailaor cordobés Rubén Molina, que se encuentra estos días en su ciudad natal, estrenó el pasado enero su último espectáculo inspirado en Manolete titulado Mátame. La presentación del espectáculo tuvo lugar en el Teatro Gymnase Marie Bell de París, ciudad en la que reside desde hace unos años y donde está cumpliendo cada sueño que se propone. Ahora, siete meses después de su estreno y tras verse obligado a suspender su espectáculo por la pandemia, Molina ocupa su tiempo en otros proyectos, con el objetivo de volver a los teatros cuanto antes.

--Con 7 años empezó a formarse en danza, pero ¿desde entonces tuvo claro que quería vivir de eso?

--Tenía muy claro que quería bailar, era como una necesidad absoluta que tenía. Es cierto que no recuerdo el momento exacto que decidí que quería ser bailarín profesional, pero no llegó mucho más tarde. Tuve claro desde muy joven lo que quería.

--El baile profesionalmente es un sector muy complicado. ¿Le fue difícil iniciarse en él?

--La verdad que tuve bastante suerte. Comencé en una época que para nada es la de hoy día. Entonces había bastante trabajo. Terminé mis estudios en el Conservatorio de Madrid y allí estabas más expuesto a que te viera mucha más gente. Eso te iba creando vínculos y te abría puertas. Es por eso que no considero que fuese duro, pero hay que tener claro que el mundo artístico siempre es algo más complicado, por la incertidumbre que genera el no tener un contrato fijo con una compañía, ya que esto es algo muy raro y puntual que suceda.

--Vive en París desde hace siete años ¿Por qué eligió esta ciudad?

--Elegí París un poco por casualidad. Había vivido en Madrid y justo había terminado un contrato en Barcelona. En ese momento quería un cambio de vida y una vez allí decidí poner en marcha mi compañía.

-¿En qué lugares ha tenido oportunidad de trabajar?

-Cuando comencé a trabajar me fui muy rápido a Estados Unidos. También he trabajado mucho en Asía, sobre todo en la Opera de China, y ya en el último periodo de compañía más por la zona de Alemania, Italia y Suiza.

--¿Cómo vive el público extranjero sus espectáculos?

--El público extranjero admira mucho los espectáculos de flamenco. No sabría decirte si más o menos que aquí. Lo cierto que aquí hay muchísima admiración y respeto por el flamenco, pero a nivel de público y teatro sí que veo que se produce mucho más fuera que en España.

--En enero estrenó gira en Paris con un nuevo espectáculo. ¿Cómo fue estrenar y que dos meses más tarde viniese la pandemia del coronavirus? ¿Cuándo cree que podrá retomar la gira? ¿En qué lugares se podrá disfrutar del espectáculo?

--La gira al final no se ha hecho. Justo estrenamos en enero. Estuvimos tres semanas presentando el espectáculo y, a partir de mayo, comenzábamos la gira en el festival de Córcega. Para retomar la gira se tienen que volver a poner en marcha los teatros y reprogramar nuevas fechas. Los lugares que se podrán disfrutar dependen mucho de mis compañeros de producción. Teníamos programados, principalmente en Francia y lo que sí tengo claro es que serán en teatros porque es una obra con mucha dramaturgia.

--¿Quería traer la gira a España?

--Sí. La idea era traerla a España, Bélgica, Italia y expandirlo todo lo posible. Lo cierto es que se están creando nuevos proyectos aquí en Córdoba, no sé si será este espectáculo o será otro tipo de formato.

--Mátame es el nombre del espectáculo ¿Cómo surgió la idea de crearlo?

--Todo surgió después de comprar la biografía sobre Manolete que publicó en el 2011 el cordobés Fernando González Viñas. La compré en México y quedé totalmente asombrado con la vida tan romanesca y rara del torero. Aquí todos conocen a Manolete, pero se conoce mucho más el mito que la vida en sí de él. La historia de Mátame viene de mi inspiración en la vida de Manolete, pero para nada he entrado yo a hacer una biografía del torero. Lo que quería era sacar de la tauromaquia el arte de la danza y su historia. La obra Mátame es un trabajo duro, hecho desde Córdoba, que tiene como único fin una crítica a la presión social que vivió Manolete y que se vive hoy día en las redes sociales.

--¿Trabaja en otras obras?

--Sí, el viernes justo antes del confinamiento estrenamos una obra, titulada Andando Lorca 1936, de Daniel San Pedro, y de la que he tenido el placer de ser coreógrafo. Este trabajo, en el que se interpretan textos de Lorca, está ejecutado por un elenco de famosas actrices, entre las que se encuentran Zita Hanrot y Camélia Jordana, ambas ganadoras de un premio César. Pero la obra fue cancelada, a la espera de poder retomarla cuanto antes.

--¿Ha hecho también alguna incursión en el cine?

--Una de las cosas que me hizo quedarme en Francia fue entrar en el Cours Florent, una reputada escuela de teatro, que me ayudó a estudiar francés y mejorar el trabajo de actor que ya había empezado aquí en España. Con el tiempo me llamaron para un casting donde buscaban un personaje que se llamara Juan, que fuera profesor de baile en Sevilla y que encajaba bien con mi perfil. Tras pasar las pruebas me cogieron. Fue una experiencia brutal y es un sector en el que me gustaría tener oportunidad.

--¿En qué otros proyectos se encuentra involucrado?

--Hace unos años fundé, junto a otros compañeros, el Institut Flamenco París, desde donde reivindicamos la pedagogía a través de la danza, la música y el teatro. Son disciplinas que no están a día de hoy integradas en los programas escolares y a través del Intitut y la compañía Rubén Molina ofrecemos una serie de programas a las escuelas de barrios más desfavorecidos. Con estos programas transmitimos a los niños que hay otro tipo de estudios aparte de las ingenierías o el derecho y por así decirlo reivindicar que hay que educar por y para el arte. Además de este programa tenemos también otros muchos, como el que realizamos anualmente cada mayo, en el que un grupo de personas, de diferentes puntos del mundo, visitan Córdoba. Durante tres días se realizan unas jornadas que adentran a los asistentes en el mundo del flamenco y la cultura cordobesa.