En el marco de la Semana Verde Ecocampus, hoy se celebran las Megajornadas Medioambientales que organiza la becaria UCOCampus Leticia Palomo. La jornada será clausurada por la charla Participación ambiental: una forma de hacer frente a la ecoansiedad, a cargo de la educadora ambiental Cristina Contreras, actualmente dinamizadora de Barrios por el clima.

En su charla, Contreras habla de la ecoansiedad, un concepto que define como «un cúmulo de sentimientos que nos generan mucho malestar y que pueden darse al ver los problemas ambientales a los que nos enfrentamos y los posibles escenarios futuros». Son sentimientos como el miedo intenso, la impotencia o la desesperanza, unidos a una visión muy negativa del futuro. La ecoansiedad, además, «también puede llegar a dificultarnos enormemente que actuemos para mejorar la situación, puede generar parálisis».

En su charla, Contreras explica de dónde viene la ecoansiedad, qué barreras personales y sociales nos encontramos a la hora de actuar para cambiar la situación y algunas estrategias para salir de ese bucle que no solo nos provoca bastante ansiedad, sino que nos conduce a escenarios ya conocidos de emergencia climática, pérdida de biodiversidad, colapso de los ecosistemas, etcétera. 

La educadora medioambiental propone la participación ambiental como remedio a este estado de ecoansiedad y para ello se basa en el ejemplo de Barrios por el clima, que «me ha permitido observar mucho mejor los beneficios de la participación y la implicación por actuar por aquello que consideramos necesario».

La participación ambiental puede hacer frente a la ecoansiedad de muchas maneras. Por una parte, «compartir las inquietudes con otras personas siempre ayuda, sentimos empatía y vemos que otras personas la sienten por nosotros y nosotras. Compartir objetivos comunes nos hace sentir parte de algo y nos salimos de la soledad que genera el individualismo de la sociedad actual. Asumir nuestra responsabilidad en la construcción de la realidad y compartirla con otras personas nos empodera y nos hace ver que sí podemos hacer algo por cambiar la situación; esto dota de sentido la vida», afirma Contreras quien puntualiza que, además, «hacernos cargo y participar da salida a las inquietudes que sentimos por estos problemas ambientales. No es que la participación sea milagrosa, tenemos que poner de nuestra parte también pero desde luego es mucho mejor que quedarnos de brazos cruzados con un sentimiento de impotencia tan grande que provoca tanto malestar y que está claro que no ayuda a mejorar nada». 

Eso sí, a participar se aprende, no todo es un camino de rosas porque hay que aprender a escuchar otras opiniones, a construir consensos y a comunicarnos de forma no violenta e impositiva. Merece la pena todo eso, lo aseguro.

Cristina Borrego cree que la participación en general está avanzando, pero «creo que más desde la sociedad civil que desde las administraciones públicas, aunque sea su deber avanzar en esa línea» porque «trabajar estas cuestiones debería ser algo central para la sociedad en su conjunto porque nos jugamos mucho en ello. Somos absolutamente ecodependientes».