«Esta experiencia, en general, ha supuesto más para mi formación que cualquier otra asignatura hasta la fecha», confiesa Paula Prieto, una de los 18 estudiantes que han participado en la organización de Ventanas de Azahar, a lo que su compañera Alba Teresa Millán añade: «Me ha abierto los ojos, me ha permitido conocer cómo funciona el mundo real más allá de lo académico, me ha ayudado a delimitar el perfil de un gestor o gestora cultural, a aprender muchísimo sobre esta profesión, a ser resolutiva y perder el miedo a tomar decisiones en tiempo récord». Sus palabras reflejan la importancia que ha tenido para el alumnado del Grado de Gestión Cultural la puesta en marcha de este proyecto. Pero el trabajo no ha sido fácil. «Es verdad que hemos tenido momentos de mucho estrés porque surgían problemas, pero la ayuda de los profesores y los técnicos del Ayuntamiento nos han sabido guiar y disipar todas nuestras inseguridades», reconoce otra de las estudiantes, Rosa de Mayo Carmona mientras que Prieto dice que «lo más complicado del proceso ha sido compaginar las distintas tareas que conllevan la organización de un festival con el resto de responsabilidades como alumna: entregas de trabajos, exámenes parciales... Pero cuando algo te motiva sacas tiempo de donde creías que no había».

Además, «somos muchas personas las que estamos detrás del proyecto, por lo que coordinarnos entre nosotros también es más difícil», recuerda Carmona, mientras su compañera Millán subraya que «los contratiempos con los que nos hemos ido encontrando han sido numerosos, porque Ventanas de Azahar es posible gracias al esfuerzo y a la colaboración de muchas personas, pero sin algunas de ellas habríamos perdido mucho más de lo que hemos ganado». H