Ficha del festejo

Ganado: seis toros de Arauz de Robles, el tercero un sobrero de la misma ganadería, bien presentados y de juego desigual.

Curro Díaz: estocada (dos orejas); estocada (ovación).

Oliva Soto: estocada (dos orejas); estocada (una oreja).

Mario Sotos: estocada (ovación); estocada y dos descabellos (dos orejas).

Plaza: Montoro, con media entrada.

El axioma básico del toreo moderno, el que surgió de la privilegiada inteligencia de Juan Belmonte, «parar, templar y mandar», fue ejecutado este sábado a la perfección en el festejo celebrado Montoro de la mano de dos toreros que saben mucho de este auténtico milagro.

Curro Díaz y Oliva Soto dieron toda una lección de lo que es acomodar el movimiento de los engaños a la velocidad de la embestida del toro, ante tres buenos ejemplares de Arauz de Robles, que colaboraron en buena medida al triunfo de ambos matadores, especialmente en el caso del torero de Camas, que está atravesando un momento dulce después de años de ostracismo.

La frecuencia con la que Oliva Soto está toreando esta temporada se refleja en la comodidad con la que se muestra ante los astados, este sábado en Montoro en dos faenas de similar corte, con muchos detalles de torería y tandas preñadas de temple, encajando la figura y abriendo el compás.

Más completo en el primero de su lote, al que recibió con un buen saludo capotero y que brindó a El Almendro, maestro de la Escuela Taurina de Camas, con la muleta Oliva Soto dejó con la derecha los mejores pasajes de la tarde, llevando al toro muy largo, completando las tandas con vistosos cambios de mano y largos pases de pecho.

En el segundo de su lote, al que recibió también con acompasadas verónicas y ajustadas chicuelinas, destacó también en el toreo por el pitón derecho en una faena de más a menos que fue perdiendo intensidad a medida que el toro se desentendía de los engaños.

Muy bien Oliva Soto, que se ha ganado estar la próxima temporada en ferias y carteles importantes, e igualmente muy bien, como casi siempre, Curro Díaz que, ante el primero de su lote, otro buen toro de la divisa jiennense, demostró una facilidad pasmosa de andar ante los toros, con dos tandas de naturales de muchos quilates y una capacidad innata de ir amoldando la brusca embestida de su oponente gracias a la suavidad y temple, ¡otra vez el temple!, con el que maneja los engaños.

En el segundo de su lote, poco pudo hacer ante un ejemplar falto de raza, cualidad de la que también adoleció el lote del manchego Mario Sotos, que se mostró resolutivo ante su primero, un toro gazapón que pedía sitio y lanzaba continuos derrotes cuando tocaba la muleta. Faena de mérito ante un complicado ejemplar en el que perdió las orejas por el mal uso de la espada, volviéndolo a intentar en el que cerraba plaza, esta vez con más éxito, tras aprovechar el potable pitón izquierdo y mostrarse muy firme ante la descompuesta embestida del toro cuando toreó al natural.