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ZARAGOZA 3 FERIA DEL PILAR

Voluntad sin resultados de la terna

Voluntad sin resultados de la terna

La terna de espadas que hizo el paseíllo ayer en la segunda corrida de la feria del Pilar no obtuvo resultados brillantes, ni en lo artístico ni en lo estadístico, pese a la voluntad plasmada ante un dispar encierro de La Quinta en el que hubo algún toro con posibilidades de triunfo.

La terna de espadas que se enfrentó a los santacolomas cordobeses puso durante su lidia bastante más empeño que aciertos técnicos, haciendo que todos los esfuerzos se fueran diluyendo hasta quedar sin recompensa.

Sucedió, como ejemplo más palpable, con el tercer toro, un precioso y armónico ejemplar de pelo cárdeno salpicado, que evidenció ya la calidad y la profundidad de sus embestidas desde que Alberto Álvarez lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas en en las tablas.

Puso empeño el aragonés con el capote, mientras que el toro se arrancaba con alegría y empujaba con fuerza en el peto sin que su brava calidad aminorara, hasta el punto de que llegó al último tercio exigiendo una muleta que le sometiera siempre a ras de arena. La faena de Álvarez fue un breve intento por intentar acoplarse a tan bravo animal, lo que no siempre sucedió por falta de mando y de pulso del torero, que se conformó con algún detalle antes de irse a por la espada demasiado pronto.

Fue exactamente al revés de lo que le sucedió con el desrazado sexto, con el que se alargó en un trasteo que no pasó de voluntarioso y correcto aunque pusiera una mayor ambición.

Rafaelillo, el más curtido de los tres espadas, sorteó con habilidad el genio defensivo del primero, un serio cinqueño que, con poca fuerza en los cuartos traseros, se quedó siempre muy corto pero sin perder su temperamental carácter.

En cambio, el cuarto le dio mayores facilidades al murciano, que quizá por ello se relajó demasiado en varias series de muletazos en los que hubo más oficio que verdadera apuesta por el toreo de mano baja que agradecía el de La Quinta.

Ricardo Torres, el otro diestro aragonés del cartel, abrevió sin contemplaciones con el segundo, después de que, nada más coger la muleta, el cárdeno se le colara dos veces por el pitón derecho con aviesas intenciones.

Intentó Torres compensar tanta brevedad dilatando excesivamente la faena al quinto, un toro con casta pero con poca entrega al que muleteó con altibajos, pues se alternaron los enganchones a la tela con pases de buena compostura pero insuficientes para sostener su trabajo. H

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