Ganado: toros de Carriquiri, bien presentados, nobles pero desclasados, sin casta ni fondo. Algunos manseando más de la cuenta. Destacó el sexto de 633 kgs. que acudió cinco veces al caballo que montaba Tito Sandoval, tres de ellas desde el centro del ruedo.

Frascuelo: estocada corta delantera (palmas) y media estocada (palmas).

Ignacio Garibay: cuatro pinchazos y estocada (palmas) y estocada caída (palmas).

Javier Castaño: estocada y descabello (palmas) y pinchazo hondo y descabello (vuelta al ruedo tras aviso).

Incidencias: Tres cuartos de entrada.

Tres corridas quedan para que finalice el ciclo madrileño y ayer vimos un espectáculo en la suerte de varas que a muchos aficionados les habrá sorprendido, puesto que casi no se prodiga al haber pocas posibilidades de realizarlo. Tenemos que escarbar en la memoria para recordar cuándo fue la última vez que disfrutamos con el toro y el picador. Pero sobre todo la gente joven, mucha en la plaza, habrá descubierto la belleza de esta suerte cuando se ejecuta bien. Y de eso se encargaron el varilarguero Tito Sandoval y el toro Flamenco, de 633 kilos. Con la inestimable colaboración de Javier Castaño, claro, que se percató enseguida de que el toro se podía arrancar al caballo desde lejos y no dudó en colocarlo en el centro del ruedo. Y lo dicho, hasta tres veces se vino como una exhalación entre los aplausos del respetable. ¡Qué belleza!. La vieja estampa del toro bravo empujando a la cabalgadura. Y eso que anteriormente ya había entrado dos veces.

Luego en la muleta el toro no fue precisamente una perita en dulce, pero cabeceó menos que sus hermanos. Se dejó y Castaño, que estuvo muy firme y templado, fue capaz de enjaretarle dos series por la derecha de mucho mérito. En el tercero, un toro incómodo, que daba tornillazos al salir del pase, Castaño estuvo muy entregado aguantando los trompicones del toro con la cara arriba y quedándose frenado en mitad de la suerte.

Abría la tarde el veterano Frascuelo, de 64 años y con 38 años de alternativa. Es un torero muy querido en Madrid por su honradez y vergüenza torera. Ayer se topó con dos toros que a muchos toreros les hubieran hecho salir pies en polvorosa. En su primero, un animal soso y poco colaborador, suelto y sin fijeza, porfió una y otra vez por ambas manos, hasta que desistió. El cuarto que salía huyendo de los caballos, estuvo indeciso a embestir al capote. La faena de muleta tuvo un buen inicio con dobladas de rodillas, pero fue un vano espejismo.

El mexicano Garibay se encontró con dos toros con poca embestida y, salvo algunos detalles, poco más pudo hacer ante el escaso juego de sus enemigos.