Aterrorizados al encontrarse cercados por las llamas dentro de un tren parado y sin que nadie les diera indicaciones de lo que tenían que hacer. Así de cerca vivieron el terror ayer los 48 pasajeros que viajaban en el tren València-Zaragoza, quienes fruto del pánico y por “puro instinto de supervivencia”, según aseguran, tuvieron que bajar y abandonar el convoy corriendo siguiendo las vías del tren para alejarse lo más posible del incendio de Bejís que está arrasando el Alto Palancia.

“Fue terrorífico, era el infierno, el tren estaba cercado por las llamas, llevábamos varios minutos parados y no parecía que fuera a arrancar”, relata Paula, una joven valenciana de 28 años que viajaba en el convoy y que logró escapar de esta pesadilla sin lesiones pero que tuvo que ser atendida por taquicardia en el centro de salud de Viver, una vez a salvo.

Junto a ella más de una veintena de pasajeros optó por salir corriendo del tren para salvar sus vidas alejándose del fuego. En el tren había familias con niños pequeños, ancianos y otras personas que no tenían posibilidad de correr y que o bien se quedaron esperando que el tren retomara la marcha o que regresaron al mismo al no saber muy bien qué hacer. Otros, los más jóvenes, recorrieron varios kilómetros hasta ponerse a salvo.

“Hemos salido del tren, estamos corriendo, … huyendo del fuego, … pero por favor llama al 112 o algo, ... que nos vengan a recoger a la carretera”, es el angustioso mensaje que le envió Paula a su novio pidiendo ayuda, al sentirse abandonados a su suerte atrapados en medio del incendio. La joven estuvo corriendo veinte minutos, siguiendo las vías del tren, en dirección contraria al fuego, hasta que unos vecinos la recogieron a ella y a otra chica vecina de Zaragoza, María, y las llevaron al pabellón de Viver habilitado como albergue para los desalojados.

Los pasajeros del tren València-Zaragoza, que salió de la capital del Túria a las 16.22 horas de ayer, critican que no se cortara la circulación ferroviaria mucho antes, sabiendo que el fuego estaba tan próximo a las vías del tren a su paso por Caudiel. Sienten que ha habido una total falta de coordinación entre Emergencias y RENFE.

Fue la propia maquinista del convoy la que paró el tren pocos minutos después de las seis de la tarde cuando éste se dirigía hacia Barracas, tras pasar Caudiel. Ahí estuvieron parados varios minutos que se les hicieron eternos. “Se veían llamas de diez metros de altura muy cerca del tren”, relata Paula, que viajaba en el primer vagón y que rápidamente se dirigió a la parte de atrás para estar lo más lejos posible del fuego.

La maquinista salió de la cabina y también atravesó todo el tren, tratando de tranquilizar a los pasajeros, diciéndoles que mantuvieran la calma pero sin llegar a dar más información sobre lo que estaba pasando o lo que tenían que hacer.

“Ahí todavía la gente no estaba histérica, fue después cuando ya se vieron escenas de pánico”, recuerda. Después de retomar la marcha, y que el tren retrocediera regresando hacia la estación de Caudiel, alguien accionó la palanca de emergencias y el convoy se frenó de golpe. Fue entonces cuando el pánico se apoderó de buena parte de los pasajeros.

Algunos rompieron las ventanas del tren y otros exigieron a la maquinista que les abriera la puerta. Una vez abierta, muchos salieron y escaparon corriendo, algunos de ellos resultaron heridos, con quemaduras de diversa consideración, tal y como adelantó ayer Levante-EMV. Otros tuvieron mejor suerte y pudieron ponerse a salvo. A algunos de ellos los iba recogiendo posteriormente el tren cuando retomó la marcha, tras cerca de media hora parado, y los llevó a la estación de Caudiel, donde acudieron los servicios de emergencias para atender a los heridos.

“Había niños corriendo y gente mayor con quemaduras y heridas graves”, relata esta testigo. Hubo gente que en su huida del terror de las llamas se orinó encima y otros que vomitaron. “Era espantoso, pero no me arrepiento de haber bajado del tren, no tenía pinta de que arrancara y el viento soplaba hacia nosotros”, confiesa Paula.